Esteban Cortés Rojas

<>El récord de muertos, fue un ajuste, explica López <>A la gente decente no le da coronavirus, insiste <>Vladimir, mentiroso y omiso

 

Los once mil 729 muertos y 101,238 casos confirmados de Covid reportados el miércoles que constituyen un récord en el país, se debieron, según explicó el presidente López, a un reajuste en las defunciones ocurridas en días anteriores. Se actualizó la cifra, dijo, queriendo vernos cara de  morenos. Está bien que se las vea a los chairos, pero no todos somos lelos.

¿Un ajuste?, ¿y resultó que, por la causa que sea, se habían omitido 1,092 muertos? Y en el caso de los casos confirmados, ¿también hubo una omisión de tres mil personas en la cuenta?

No es posible creer eso. Más creíble sería lo que dijo el Senador Germán Martínez: López Gatell se está sentando en los muertos.        Hace una semana hubo otra cifra récord y se dio la misma explicación en el sentido de que se actualizó el recuento. El récord del miércoles puede deberse a que el presidente López dice con sus actos que no se use cubrebocas y que anden del tango al tango. Nada más antier volvió a decir otra de sus barrabasadas: no mentir, no robar, no traicionar, ayuda mucho a que no dé el coronavirus. Fue lo mismo que los escapularios. Loco de atar.

Fue una locura abrir la “nueva normalidad” el uno de junio sin haber aplanado la curva estadística.

<><><>

Reducirse el sueldo en 50% fue la única promesa de campaña del hoy diputado Vladimir Parra, pero a un año y cinco meses de terminar su período no ha cumplido a sus votantes y, a lo que se ve, no les cumplirá la promesa con la que los engatusó. Pero eso no obsta para que el “mocoso” (como le dijo la diputada federal Yáñez), se lance contra actores políticos locales y del país.

Parra llegó a coordinar la fracción de Morena -la mayoritaria-, y presidir la Comisión de Gobierno Interno y Acuerdos Parlamentarios del Congreso, pese a que llegó a la legislatura postulado por el PES, porque en el partido de los morenos no lo querían de candidato. Por eso obedece en todo a la “superdelegada” Indira Vizcaíno, a la que tampoco quieren en Morena y por eso fue candidata del PES a diputada federal por el segundo distrito.

A falta de trabajo legislativo, Parra actúa en lo único que sabe y, como cazador malo, le tira a todo lo que se mueve, pues a fin de cuentas a sus seguidores les gusta el escándalo con lo que parece que ya les hizo olvidar la bonita promesa de bajarse el sueldo. Por ejemplo, cuando recientemente siete gobernadores anunciaron que se reunirían en Colima para continuar con el frente para que la Federación no los trate con la punta del pie, Parra hizo coro de insultos y descalificaciones con sus chómpiras y se dijo indignado por la visita de los mandatarios porque -dizque- iban a traer harto personal en medio de la pandemia de coronavirus. No se sabe que esos mismos chairos hayan protestado porque, a nivel nacional, López pone ejemplo de desorden en las prevenciones del Covid. Pero a Parra no le importaba tanto la emergencia sanitaria, pues cuando se reunieron los gobernadores en Nogueras, envió a sus comparsas (como en otros eventos) a protestar y, aunque eran apenas una veintena, no respetaron la sana distancia. La preocupación del legislador es puro cuento; en realidad quería desacreditar una reunión que iba contra los intereses del presidente López.

Aunque se vio descubierto en su infantil estrategia, Parra no escarmentó ni se aguantó las ganas, pues el lunes amaneció furibundo y, como Trump que tuitea modorro, lanzó una acusación sin pruebas: la comida a los gobernadores superó en costos el medio millón de pesos. Esa aseveración del mocoso diputado no pasó de vil chisme impropio de su investidura de legislador. Lo que sí está sustentado -y debiera al menos hacerle levantar las cejas-, son los gastos del presidente López en eventos como cierres de campaña, informes de gobierno y verbenas: más de $36 millones del erario. El medio que publicó esta información tiene las pruebas, pues consultaron los contratos en Compranet.

De modo que si a Parra se le hace oneroso que una comida haya costado cerca de medio millón de pesos -lo que no ha probado-, pero ignora que más de $36 millones ha gastado López en verbenas y eventos superfluos -lo que sí está probado-, significa que el legislador es un aficionado a golpeador que intenta hacerle el trabajo sucio al chamán presidente de la República.

A un diputado así, ¿quién lo toma en serio?… ¡Arrieros somos!