Fernando Castillo*

Estoy seguro que no hay persona en el planeta tierra, que no se haya cuestionado actualmente ¿Y si ya me contagié?, ¿Y si soy asintomático?, ¿Qué voy a hacer si soy de los casos asintomáticos y ya contagié a miles de personas?

La pandemia del Covid-19 parece no tener fin y muchos aún siguen sin creer que sea real. Aunque para quienes están aislados, encerrados del mundo y sin salir puede resultar estresante, la realidad es que es más estresante para quienes salimos a diario y vivimos con la preocupación de cuándo nos tocará o si nos libraremos del contagio.

En verdad son muchas las veces en que, día con día, en lo personal me cuestiono   qué está sucediendo a mi alrededor y a veces resulta abrumar al ver que hay quienes no siguen las medidas necesarias de sanidad al salir.

La palabra que estás buscando es “estrés” y no es exclusivo de un sector de la población. El temor y la ansiedad con respecto a una nueva enfermedad, dícese Covid-19 o no, pueden resultar abrumadores y generar emociones fuertes en cualquier persona. En la mayoría de las ocasiones, las medidas de prevención recomendadas provocan que dichas emociones generen más estrés al sentirse aislados y en soledad. Lamentablemente, debo decir, estas medidas son estrictamente necesarias para reducir la propagación del virus.

No es fácil lidiar con el estrés pero es necesario hacerlo de manera saludable pues nos ayudará a fortalecernos y fortalecer a quienes nos rodean.

De acuerdo con el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, el estrés durante el brote de una enfermedad infecciosa puede, en ciertos casos, incluir reacciones como las siguientes:

  • Temor y preocupación por su salud y la salud de sus seres queridos, su situación financiera o laboral, o la pérdida de servicios de apoyo de los que depende;
  • cambios en los patrones de sueño o alimentación;
  • dificultades para dormir o concentrarse;
  • agravamiento de problemas de salud crónicos;
  • agravamiento de problemas de salud mental,
  • y un mayor consumo de tabaco y/o alcohol, u otras sustancias.

¿Qué hacer si comienza a deteriorar nuestra salud mental?

La pregunta del millón, dirían muchos. Es posible que una persona se sienta más estresado en estos meses, pero no necesario que haya presentado un aumento de estrés desde el principio. Por ello, es recomendable que si has notado un incremento en tus niveles de estrés, tolerancia a situaciones que antes podías manejar, etcétera, lo más viable es llamar al 911 y preguntar por los números telefónicos de la Secretaría de Salud, de ayuda psicológica, la línea de prevención del suicidio o de violencia familiar. La peor estrategia que podemos hacer es quedarnos callados.

Además, no todos reaccionamos de la misma manera al incremento del estrés. Esto también es un factor importante. Si nosotros no nos hemos percatado de ello, pero quienes nos rodean sí y nos lo han externado, debemos ponerle especial atención. La forma en la que respondemos ante el Covid-19 puede y siempre estará influenciada por nuestros antecedentes, apoyo social o familiar, nuestra situación financiera actual, salud y antecedentes emocionales, incluso la comunidad en la que vivimos.

Así que los cambios que pueden suceder debido a la actual pandemia por la que atravesamos y cómo reaccionamos e intentamos controlar la propagación puede afectarnos de maneras muy diversas a cada uno.

Como decía líneas arriba, el estrés y cómo reaccionamos ante el Covid-19 no es exclusivo de quienes salimos a trabajar o un sector del ámbito laboral en específico.  ¿Quiénes pueden responder con mayor intensidad? El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades considera que las personas que tienen mayor riesgo son las siguientes:

  • Adultos mayores y cualquier persona de cualquier edad con ciertas afecciones subyacentes;
  • los niños y adolescentes;
  • encargados del cuidado de familiares o de seres queridos enfermos;
  • trabajadores del sector salud y de la industria alimenticia;
  • quienes padecen enfermedades mentales preexistentes, consumen sustancias o abusan de sustancias;
  • los que perdieron su trabajo, vieron reducidos sus ingresos por la pandemia o tuvieron cambios importantes en sus centros de trabajo,
  • las personas con discapacidad, retraso en el desarrollo o quienes viven en aislamiento social, incluyendo los que están solos, solteros o en áreas rurales o fronteriza.

Aunque no lo creas existen otros sectores de la población que quizás no te habías puesto a pensar, pero que también pueden sufrir estrés relacionado al Covid-19. Por ejemplo, los grupos o minorías raciales y étnicas; aquellos que no tienen acceso a información en su lengua materna y que no es el español; las personas sin hogar y quienes viven en entornos de concentración de personas.

Pero entonces, ¿qué hacer ante el estrés por Covid-19? En definitiva, no hay más que cuidarse y también cuidar a quienes nos rodean. Es muy satisfactorio cuidar de los demás, pero lo principal es comenzar en casa, es decir, en nuestro cuerpo. El punto medio es que ayudar a los demás nos ayuda a nosotros a sobrellevar el estrés derivado del Covid-19.

Es tiempo de mantener el distanciamiento social como medida preventiva de contagios. Sin embargo, esto no quiere decir que no podemos estar “en contacto constante”, e decir, existe la posibilidad de hacer contacto social y mantener nuestra mente equilibrada; hacer llamadas telefónicas o videoconferencias familiares y con amigos ayuda a mantener a nuestros seres queridos a sentirse socialmente conectados con nuestro entorno, reducir la soledad y sentirse menos aislados. Esto mantendrá nuestro estrés en niveles bajos.

Plan de contingencia

Por otro lado, para conservar la tranquilidad debemos idear un “plan de contingencia”, si es que le podemos llamar así. Es decir, tener un paso a paso de manera tangible, escrita y siempre sin crear ideas disparatadas o siguiendo teorías de conspiración. Por ejemplo, saber qué hacer si nos sentimos enfermos y nos preocupa el Covid-19, antes de automedicarnos debemos contactar a un profesional de la salud; saber a dónde y cómo acceder a servicios de tratamiento de salud y otros recursos de salud mental, consejería y terapia; cuidar la salud emocional para reaccionar siempre con claridad y ante las necesidades de protegernos y proteger a los demás, sin caer en la impulsividad, cuidar nuestro cuerpo, dícese meditar, hacer ejercicio de meditación, relajarnos y comunicarnos con organizaciones de fe o religiosas si es necesario y acorde a nuestras creencias.

Y por último pero no menos importante tomar descansos y dejar de mirar, escuchar y ver noticias. Esto incluye las redes sociales pues la mayoría de las veces nos dejamos llevar por las noticias falsas, que son las que se viralizan con mayor rapidez. En todo momento limitar lo que hablamos y escuchamos sobre la pandemia a sólo lo esencialmente necesario. Hablar de la pandemia repetidamente puede afectar nuestra salud y equilibrio mental. ¡Ojo! Esto no quiere decir que nos aislemos de lo que sucede, no. Simple y sencillamente saber discernir entre lo verdaderamente esencial en cuestión informativa y lo que termina siendo rumor, chisme y noticias falsas.

Porque, aunque no lo crean, estar informado de forma racional sobre la pandemia y cómo ha evolucionado el Covid-19 nos mantiene en equilibrio mental, nos permite dimensionar cómo está evolucionando la situación allá afuera o en otros países. Esto nos ayuda a entender el riesgo que implica para nosotros y quienes nos rodean, y así controlar el impacto que puede generar un brote en un sector cercano a nuestro entorno.

*Fernando Castillo es licenciado en Lingüística y productor de noticias de ZER Informativo Colima. Envíale tus comentarios a fernando_castillo@ucol.mx