*“Además de tener un impacto académico y social, esperamos una vinculación de lo que producimos con las instituciones, con las personas tomadoras de decisiones para generar políticas públicas asertivas”: Ana G. Castillo

 

Las académicas de la Universidad de Colima, Ana Josefina Cuevas y Ana Gabriel Castillo participan actualmente, junto a colegas de la Universidad de Guadalajara y el ITESO, en un proyecto de investigación que busca conocer los cambios en las relaciones de pareja en el marco de la modernidad en el México contemporáneo, el cual recibe financiamiento del programa de Ciencia Básica del Conacyt.

 

La doctora Ana Josefina Cuevas informó en entrevista que el proyecto surgió hace aproximadamente tres años, con la finalidad de estudiar la intimidad de las relaciones en pareja a través de cinco ejes: conyugalidad, roles de pareja, cuidados mutuos, uso de tecnologías y sexualidad.

 

Dijo que derivado de la contingencia sanitaria actual por la pandemia del COVID-19, se plantearon incorporar al proyecto la aplicación de una encuesta digital sobre el impacto del confinamiento en las relaciones de pareja, dentro de los cinco ejes principales, la cual ya ha sido contestada por la totalidad de los participantes; “esperamos para finales de mayo o principios de junio empezar con el análisis de toda la información y con los resultados generar producción de nuevo conocimiento”.

 

El proyecto tiene tres etapas de desarrollo: la primera destinada a revisar la mayor cantidad posible de información y bibliografía sobre el tema en Europa, América Latina y México; la segunda etapa fue para realizar trabajo de campo con enfoque cualitativo a través de entrevistas en las zonas urbanas de las ciudades de Colima y Guadalajara, y la tercera corresponde a un enfoque cuantitativo que se llevará a cabo mediante una encuesta en las zonas urbanas de las dos ciudades antes mencionadas.

 

Ana Josefina Cuevas señaló que el Conacyt les otorgó un fondo de 3 millones y medio de pesos distribuidos conforme a las tres etapas del cronograma, además de que cuentan también con un fondo concurrente que ofrece la Universidad de Guadalajara, que otorga un 15 por ciento del monto que den otras instituciones a los proyectos de sus investigadores pertenecientes al SNI: “Es decir, tenemos otros 475 mil pesos a lo largo de toda la investigación; esto ha sido un enorme apoyo que nos ha permitido contratar asistentes de investigación”.

 

Adelantó que con todo el material que han recabado quieren publicar una serie de libros el próximo año “sobre la intimidad en las relaciones de pareja, donde cada una de las investigadoras aborde su tema, tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo”. Su interés científico particular es conocer cómo se conforman las familias actuales desde el punto de vista de las trayectorias de vida y de dónde proviene cada miembro de la pareja; “hay estudios sobre el matrimonio desde la psicología, la psiquiatría o las leyes y el derecho, pero no hay mucho sobre las trayectorias culturales dentro de la conyugalidad”.

 

Entre los datos interesantes arrojados por la encuesta digital sobre el confinamiento por el COVID-19, detalló que el 55% de los mil 517 participantes dijo estar casado y vivir en el mismo domicilio que su pareja, mientras que un 20% comentó que vive en pareja y nunca ha estado casado; un 16.6 % más refiere que vive en unión libre, pero es separado, viudo o divorciado, mientras que el resto no tienen una relación de pareja en la actualidad, pero son viudos, separados o divorciados.

 

De esa misma muestra, añadió, un 70% contestó que vive en la misma casa que su pareja, mientras que un 22% dice tener pareja, pero no vivir en la misma casa y el porcentaje restante no tienen una relación actualmente. Destacó que durante las entrevistas, un 76% de los participantes reportaron haber sufrido violencia emocional o psicológica por parte de su pareja, mientras que un 10% refirió violencia económica, un 4% violencia física y un 2% declaró haber sufrido violencia sexual.

 

Por su parte, la investigadora Ana Gabriel Castillo, quien participa como becaria posdoctorante, señaló en entrevista, al compartir los hallazgos de su eje de investigación, que las labores domésticas en los hogares siguen siendo un trabajo familiarizado y feminizado, es decir, que lo realizan principalmente las familias y sobre todo las mujeres; “en este sentido, se trata de una carga que se ha visto incrementada durante la pandemia para el sector femenino. Si bien esto no quiere decir que los varones no participen, aún sigue siendo una participación menor”.

 

Abundó que en la información recabada mediante la revisión de bibliografía, se observaron variaciones de estos roles al interior del hogar a partir del estrato socioeconómico de la familia y la escolaridad del varón y la mujer que integran la pareja; “se observa que en generaciones más jóvenes hay un mayor involucramiento de los varones en las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, pero sigue siendo menor, y concebido como una ayuda, más que como una corresponsabilidad”.

 

Otro descubrimiento es que los adultos mayores se incorporan un poco más en las labores domésticas porque la mayoría ya están jubilados o retirados; “en el caso de los varones que tienen mayor escolaridad y un estrato socioeconómico mayor se observa que sí pueden involucrarse, pero si hay recursos económicos, se opta por pagar a quien lo realice”.

 

Las mujeres que se encuentran en los estratos socioeconómicos menos favorecidos, dijo, son las que realizan en gran medida o exclusivamente este trabajo, mientras que aquellas que tienen un mayor nivel de escolaridad o un estrato socioeconómico mayor pueden pagar quien lo haga (otra mujer, generalmente), pero no dejan de ser las encargadas de monitorear que el trabajo se realice.

 

En este sentido, aseguró, “son las mujeres quienes al adquirir un mayor grado de empoderamiento y de conciencia empujan en mayor medida a que estos roles se vayan modificando poco a poco, impulsadas entre otros factores por la pujanza que ha cobrado desde hace unas décadas el feminismo, el acceso a mayores niveles de educación, así como el discurso de equidad de género que ha ido permeando a la sociedad a través de la academia, las instituciones gubernamentales e incluso a través de las redes sociales digitales”.

 

La encuesta, aseguró, “viene a confirmar las desigualdades estructurales e históricas que se han vivido respecto a la distribución de las dinámicas de trabajo al interior de los hogares hacia las mujeres, la forma en que ha sido feminizado desde la visión del estado, de la sociedad, de la cultura y la educación”.

 

Con esta investigación, concluyó, “además de tener un impacto académico y social, esperamos una vinculación de lo que producimos con las instituciones, con las personas tomadoras de decisiones para generar políticas públicas asertivas, que realmente se tome en cuenta lo que estamos haciendo para generar cambios más palpables que contribuyan a derribar toda esta estructura patriarcal y desigual en la que se han venido dando las relaciones de pareja”.

 

Además de ellas, participan por parte de la Universidad de Guadalajara las doctoras Tania Rodríguez y Zeyda Rodríguez, esta última responsable técnica del proyecto, así como Rocío Enríquez, del ITESO. Las cinco investigadoras integran un equipo multidisciplinario, cuyas áreas de formación son la sociología, la lingüística, la psicología, la comunicación y la antropología.