Estación Esperanza
Por: Vladimir Parra

“Cuando a un hombre lo sigue un pueblo entero, es porque el corazón en las manos lleva”
—Carlos Pellicer

Este 27 de noviembre, volvimos a hacer historia con la participación de 1.2 millones de personas en la marcha del pueblo, convocada por el Presidente López Obrador, con el fin de demostrar el respaldo de las grandes mayorías al proyecto de transformación que encabeza, así como para rendir su 4to informe de Gobierno de frente al pueblo. Fue así, que en un hecho sin precedentes, nuestro movimiento regresó a donde nació: a las calles, a las marchas y las demandas más sentidas por la sociedad.

Esta no es la 1a vez que marchamos hombro con hombro con Andrés Manuel, lo hicimos en la marcha por el desafuero de 2005, contra el fraude de 2006, en defensa del petróleo en 2008, contra la compra del voto en 2012, en la construcción de Morena en 2015-2017, en la conquista por la Presidencia en 2018 y de nueva cuenta en 2022, con el fin de defender la esperanza y el proyecto de transformación que en Colima encabeza nuestra Gobernadora Indira Vizcaíno desde hace apenas un año. Sin duda, cada una de estas marchas, llenas de significado, han sido parte importante en la conformación identitaria, ideológica e histórica de nuestro movimiento.

La marcha en sí, fue una gran fiesta. Del Ángel de la independencia al Zócalo, el Presidente fue acompañado por millones de personas por casi 5 horas, entre música, baile y consignas, para finalmente rendir un informe en el que destacó el combate a la corrupción, el fin de los privilegios, la atención a los más necesitados y el combate a la discriminación: “Mi propuesta sería llamarle humanismo mexicano, porque sí tenemos que buscar un distintivo, no sólo por la frase (…) de que nada humano nos es ajeno, sino porque (…) lo esencial de nuestro proyecto proviene de nuestra grandeza cultural milenaria y de nuestra excepcional y fecunda historia política”.

Este humanismo mexicano no acepta el derrotismo y apoya la idea de que “el pueblo que quiere ser libre, lo será”. Así mismo, se opone a las tiranías justificadas detrás del beneficio de la paz y la prosperidad material, mientras en lo económico fomenta el progreso con justicia, buscando la distribución equitativa del ingreso y la riqueza, atendiendo, escuchando y respetando a todas y a todos por igual, pero dando preferencia a quienes han sido marginados, porque es sinónimo de humanismo y una forma distinta de entender el poder, cuyo ejercicio solo es puro y virtuoso solo cuando se pone al servicio de los demás.

La transformación es obra de todo un pueblo, no de un solo hombre y este 27 de noviembre lo demostramos haciendo historia, impulsando el cambio de mentalidad y la revolución de las consciencias. ¡Juntas y juntos, hagamos realidad y demos gloria al humanismo mexicano!