Fernando Castillo*

 

México se encuentra ahora en un punto en el que países como Italia o España ya estuvieron. Gracias a una respuesta hecha a tiempo, podemos decir que no vemos el mismo escenario de infección y decesos por los que ahora se lamentan no haber actuado antes.

 

Sin embargo, aunque suene cruel, los mexicanos debemos voltear la mirada hacía los países que intentan regresar paulatinamente a la normalidad. China, por ejemplo, se integra a su vida económica cotidiana y experimenta un debilitamiento evidente, sin dejar de lado, los efectos postraumáticos que ha dejado en muchos el encierro.

 

Hace unos cuantos días el gobierno de México anunció que se extiende hasta el 30 de mayo el aislamiento social. Aunque para 979 municipios del país sería el 17 de mayo, por ser los menos afectados por el contagio. Sin embargo, el mayor desafío en esta decisión es hacer entender a la sociedad de tomar las medidas precautorias necesarias para mantener el nivel de contagio en los niveles mínimos.

 

Nos cuesta trabajo entender que sólo se necesita una persona para comenzar un brote. Esto es algo a lo que las personas deben prestar atención pero no lo hacen; cuidar su contacto con otros en su entorno, por sobre todas las cosas. Hace unos días un amigo me dijo que un familiar suyo había sido deportado de EEUU y su mayor deseo era ver a su familia después de muchos años de haber estado viviendo el sueño americano. Sorprendentemente, los hermanos, los padres y sus sobrinos atendieron al llamado de reunión familiar. ¿Qué sucede si está infectado pero no presenta disnea? ¿Y si ya superó la fiebre y el dolor de cabeza, y está listo para transmitir el virus? Simplemente lo dejamos de lado por la necesidad de reencuentro. No debemos hacerlo sólo por el bien de nuestra familia, sino por el bien de la humanidad. Los patógenos especiales no respetan ningún límite.

 

En 1918, la gripe española impactó profundamente a la humanidad. Surgió al final de la Primera Guerra Mundial y los soldados, que regresaban a casa, ayudaron a la propagación del virus. En ese entonces había mil 800 millones de personas en el mundo y por lo menos murieron entre 50 o 100 millones. Hoy hay 7 mil 800 millones y las consecuencias evidentemente no serán iguales, sino de cientos de millones que tal vez morirán. Actualmente, ya suman 2.2 millones de muertes por el Covid-19 a nivel mundial

 

Pero, ¿por qué no atendemos las recomendaciones pese a que estos brotes epidémicos nos atemorizan más que las armas, más que las guerras en sí?

 

Voleemos a ver a nuestro alrededor, sólo en nuestro vecindario. Nos daremos cuenta que los vecinos siguen haciendo sus reuniones familiares, aprovechando que no están trabajando o están de descanso porque sus empresas cerraron como medida de prevención de contagios; y si no fuese porque los cines, bares y restaures cerraron para evitar las aglomeraciones, seguramente estarían abarrotados. Parece mentira que autoridades estatales tuvieran que regresar a los turistas que venían a pasar la Semana Santa en las playas de Armería, Tecomán y Manzanillo.

 

Hasta la publicación de esta columna, había en México 686 decesos por Covid-19 y parece no ser suficiente para que la gente tome en serio el distanciamiento. Pero ¿por qué? ¡Sencillo! Algunos ciudadanos aseguran que no han visto los muertos cara a cara y posiblemente sean cifras que sólo usa el Gobierno para beneficiarse con el dinero de la ayuda internacional.

 

México comparte frontera con Estados Unidos, que actualmente posee el lugar número uno como el país más afectado a nivel mundial por la pandemia: 40 mil decesos. ¿Qué pasará si Estados Unidos reactiva su economía y México recibe miles de visitas por su cercanía fronteriza? Hay que recordar que existen miles de ciudadanos mexicanos que diariamente ingresan al país vecino a trabajar y regresan a sus hogares de este lado de la frontera.

 

Debemos reforzar las medidas de salubridad y desinfección personales, un simple lavado de manos o tener un distanciamiento social podría ahorrarnos miles de contagios y muertes futuras.

 

Estados Unidos ve con ansiedad cómo Europa se vuelve abrir a la economía lentamente. La presión de la Casa Blanca y sus líderes políticos podrían arrastrarnos a la situación que muchos países van dejando atrás: una acelerada curva de contagios y muertes.

 

Hoy la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio a conocer que se necesitan más fondos para luchar contra el coronavirus en los países más pobres. Los responsables de las principales agencias de Naciones Unidas desvelan en una carta abierta que, de momento, solo se ha recaudado un cuarto de lo necesario. ¿Qué podemos hacer para mitigar el impacto de esta pandemia? Tener paciencia y esperar en casa para que los contagios locales sean el menor número posible.

 

De no respetarse la cuarentena y el aislamiento social, así como medidas tan sencillas y elementales como lavarse las manos en todo momento, un único periodo de cuarentena no será suficiente y tal vez será necesario ampliar el aislamiento social hasta el 2022 para evitar el colapso del sistema de salud público, puesto que, según científicos de la Universidad de Harvard el virus podría volverse estacional, con tasas de transmisión más altas en los meses de frío.

 

*Licenciado en Lingüística. Productor de Noticias de ZER Informativo Colima, director general de información de El Centinela MX, editor web de E1 Debate Colima, colaborador de Meridiano Colima, Colima XXI y El Comentario Semanal. Envíame tus comentarios a fernando_castillo@ucol.mx. También puedes consultar mis columnas en www.palabrasprohibidas.com