Humberto Canché, del Centro de Investigación Científica de Yucatán, dictó la videoconferencia “Levaduras simbióticas de abejas sin aguijón: Experiencias de su Estudio”, en jornada académica realizada por la UdeC.

 

Un tema importante para la supervivencia de las abejas en el mundo, presentado hace días como parte de la Jornada Académica Digital de la Biología y la Agronomía 2020, organizada por la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Colima, es el estudio de los microorganismos asociados a las abejas, “de gran utilidad para promover la continuidad de las poblaciones de abejas”.

 

Esto lo comentó Humberto Canché Collí, investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán al dictar la videoconferencia: “Levaduras simbióticas de abejas sin aguijón: Experiencias de su Estudio”.

 

Esta relación entre los microorganismos y las abejas, explicó, “es un fenómeno que ocurre desde hace cientos o millones de años y que ha tomado relevancia en los estudios científicos de las últimas décadas por los impactos que dicha relación puede tener en la biología, la ecología y evolución de estos insectos, así como en ciertos problemas actuales que enfrentan las abejas, como es el de la pérdida de colonias”.

 

Él estudia las abejas sin aguijón, que tienen sus nidos en termiteros, troncos huecos o en cavidades en el suelo y almacenan el polen y la miel en estructuras llamadas potes. En América hay más de 400 especies de estas abejas y en México 46, sobre todo en Oaxaca y Chiapas. En Colima hay nueve especies de este tipo y en Yucatán 17.

 

En los últimos años, dijo, aumentó el número de estudios enfocados en las abejas melíferas, entre ellas la abeja sin aguijón, porque son insectos polinizadores de cultivos que el hombre consume y también de muchas plantas silvestres; “por esta razón, muchas líneas de investigación se han encargado de estudiar el efecto de diversos parásitos, del cambio climático, los pesticidas, la diversidad genética o los patógenos sobre las abejas”.

 

Sin embargo, abundó, existe un tema que no ha sido tan explorado y que se refiere a la vida microscópica que convive con las abejas, una presencia que no se detecta a simple vista pero que tiene influencia en estos insectos; “son las levaduras, hongos microscópicos unicelulares que principalmente se reproducen de forma sexual y que son muy parecidos a los que se utilizan para producir la cerveza o en la elaboración del pan”.

 

Estas levaduras mantienen una estrecha asociación de simbiosis con las abejas en un fenómeno que se viene estudiado desde la década de 1960, por científicos e investigadores como M. Hajsig, G. Douglas Inglis, el brasileño Carlos Rosa, Michael Brysch-Herzberg o Azucena Canto.

 

Dijo que el grupo de científicos al que pertenece estudia estas levaduras porque son parte del ciclo de la alimentación y producción de miel de las abejas; “en el contacto de las abejas con las flores, estos insectos pueden introducir o adquirir microorganismos, y es que el néctar es rico en nutrimentos, por lo que es un medio de cultivo que puede sostener el crecimiento microbiano”.

 

Finalmente dijo que aún existen interrogantes que están siendo investigados sobre los nutrimentos que aportan las levaduras a los procesos de la abeja sin aguijón, así como las afectaciones a dichos microorganismos debidas al uso de agroquímicos, insecticidas o fenómenos como el cambio climático.