En palabras Llanes
Por Alberto Llanes
Gracias “Toro” por todo…
A ver, si yo le voy a ciertos equipos en las diferentes disciplinas deportivas es por algo, un motivo tengo; no sólo es el asunto monetario del equipo en mención, sino porque en algún momento de la vida, ese equipo me ha dado alguna satisfacción, me he sentido conectado, identificado o es una tradición familiar o qué sé yo…
Tres mexicanos han sido grandes en una era donde las redes sociales no existían, donde el apoyo era nulo «creo que esto sigue igual por mucha 4T que nos jactemos de tener», pero estos tres mexicanos la hicieron en grande en sus equipos o en solitario. Me refiero a Hugo Sánchez, Julio César Chávez y, por supuesto, al gran Fernando “El Toro” Valenzuela, para quien va a ir dedicada esta columna. Personajes que nos tuvieron pegados a las pantallas del televisor y reunidos en familia para ver sus habilidades deportivas… y casi casi, al filo de la butaca y llenos de emoción, como si estuviéramos en la canción aquella de: «la arena estaba de boto en bote, la gente llena de la emoción…».
Así que si yo le voy al Real Madrid; claro que es por Hugo Sánchez «por supuesto que admiro y respeto al Barcelona del Pep Guardiola, de Messi y, claro, de Rafa Márquez, entre otros grandes jugadores de ese equipo», pero mi corazón sigue con los merengues; si he seguido a Los Dodgers de Los Ángeles se lo debo al gran Fernando Valenzuela y, bueno, qué puedo decir de Julio César Chávez. Con ello no quiero decir que sean los únicos mexicanos triunfadores. No. Pero fueron los que me dejaron, cuando yo era pequeño, una gran huella. Y eso es lgo imborrable, la primera huella, jamás se olvida…
En 1981 fue el último partido de serie mundial jugado entre Los Dodgers de Los Ángeles y los millonarios del Bronx, Los Yankees de Nueva York, en ese año yo tenía tres años y ese partido lo recuerdo muy vagamente, las imágenes de mi memoria se van borrando, pero tenemos grabaciones, audios originales «narrado seguramente por el gran “Mago” Semptiém»… sin embargo, escuchaba que se nombraba a cada rato a un joven pelotero «obviamente no tenía ni idea de lo que era eso de ser un pelotero», pero a cada rato se escuchaba, se coreaba, se gritaba el nombre de Fernando Valenzuela, al que le decían “El Toro”, supongo que por su aspecto físico.
A esa corta edad no entendía nada y menos del beisbol que, a decir de varias personas, es un juego complicado, largo en su duración y que sólo se pone bueno en los días donde se juega la Serie Mundial «que es en otoño». Me gustan los deportes que duran mucho tiempo, quizá por eso soy fan del futbol americano que dura entre tres horas, tres horas y media, del beisbol con una duración semejante y, bueno, ni se diga del tenis, deporte también de larga duración. Que sean deportes que tengan esa duración me permite convivir más con los amigos/as que nos reunimos a verlos, reír más, charlar más e, incluso, llegar un poco tarde a la cita «porque al cabo que dura tres horas» y así…
El nombre de Fernando Valenzuela siguió sonando mientras yo crecía. Ese año de 1981 fue clave para el joven oriundo de Etchohuaquila, Sonora y que jugó, de manera profesional, durante diecisiete temporadas con seis equipos diferentes. Valenzuela debutó en Los Dodgers de Los Ángeles el 9 de abril de 1981, cuando, Tom Lasorda «mánager del equipo», le dio la oportunidad de ser el lanzador principal luego de que Jerry Reuss «quien era el lanzador en esa época» se lesionara la pantorrilla minutos antes de arrancar el partido contra Los Astros de Houston.
Valenzuela se hizo del montículo con mucha seguridad, valor y pundonor, empezó así a dominar a sus oponentes por lo que la gente en la gradilla empezaba a cuestionarse ¿quién era él? Ese día, el llamado “Toro” Valenzuela tiró un juego completo blanqueando al equipo contrario lo que dio pie a la leyenda que ahora es llamada Fernandomanía… y que, con su muerte, esa leyenda llamada Fernando Valenzuela prevalecerá por siempre y para siempre…
Fernando era zurdo, su movimiento más efectivo, aprendido a base de practicarlo, ensayarlo por ene cantidad de veces fue el llamado screwball. Jim Palmer fue uno de los mejores exponentes, por decirle así, del lanzamiento screwball, conocido también como bola de tornillo o tirabuzón «no, no es el de la lucha libre, porque ahora estamos hablando de beisbol», que consiste en lanzar la bola de manera muy poco ortodoxa al doblar completamente el brazo en el sentido de las agujas del reloj para darle una rotación inversa a la normal. Bueno, Valenzuela, con su brazo izquierdo, se convirtió en un experto en este lanzamiento.
Vivió una época dorada con el equipo angelino, hizo que muchos mexicanos y de otras nacionalidades más, fueran o fuéramos seguidores de la franquicia, incluso, puedo decir, que por Fernando Valenzuela el beisbol le gustó a los que no estaban familiarizados, en la época, con este deporte que, a decir de los expertos, es el rey de los deportes. Por todo esto y mucho más, gracias «Toro» por todo…