++Más que las guerras, las enfermedades crónicas, la COVID-19, los huracanes y terremotos, comentó el Dr. Gilles Arfeuille, “lo que causa más fallecimientos en el planeta es la exposición a micropartículas”.
La contaminación atmosférica por Material Particulado (PM, por sus siglas en inglés) es la principal causa de muerte prematura en el mundo, con más de 9 millones de fallecimientos anuales, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estas partículas, dijo en entrevista el doctor en ciencias ambientales y profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Colima, Gilles Arfeuille, son sólidos pequeñísimos inhalables, que se clasifican según su tamaño en micrómetros, como PM10, PM2.5, PM1 o PM01.
Estas partículas, dice la OMS, pueden penetrar profundamente en los pulmones e inducir una reacción en la superficie y en las células de defensa. La mayoría de estos contaminantes son producto de la quema de combustibles fósiles, pero su composición puede variar según sus fuentes.
Más que las guerras, las enfermedades crónicas, la COVID-19, los huracanes y terremotos, comentó el Dr. Gilles, “lo que causa más fallecimientos en el planeta es la exposición a micropartículas.
Una fuente común en la actualidad, advirtió, es el uso de sopladores de hojarasca que se utilizan para barrer explanadas, calles o áreas verdes, “esta actividad genera contaminación de muchas formas; el combustible quemado con un alto contenido de azufre, el ruido que emite un motor de dos tiempos y particularmente el aire expulsado a una velocidad de hasta 320 kilómetros por hora que levanta micro partículas del suelo, que se componen de un material abundante y abrasivo en esta región principalmente de origen volcánico, que es la sílice”.
La gasolina quemada por el motor, agregó, y el material orgánico son tóxicos, “en particular la sílice, que termina en los pulmones de la persona que usa estas herramientas motorizadas y de las personas a su alrededor”. Estas partículas, añadió, también se levantan cuando sopla fuerte el viento.
Explicó que estas sílices tienen una media de 10 micrómetros o menos; “nuestro sistema respiratorio no las puede filtrar y llegan hasta los pulmones, pero todavía hay partículas más pequeñas (PM2.5) que entran hasta los alvéolos y llegan a la sangre”.
Otras prácticas comunes, muy arraigadas pero peligrosas por la alta presencia de material particulado y respirable en el aire, añadió el ambientalista, son las quemas de material orgánico, de hojarasca o en la zafra anual para obtener azúcar en la región; “todas estas acciones llevan pequeñísimos materiales particulados al ambiente, las respiramos y se quedan en nuestros pulmones, alvéolos y sangre”.
Dijo que desde hace 30 o 40 años existen alternativas verdes para eliminar este factor de riesgo para el ser humano, aunque requieren de cierta inversión, “pero vale la pena porque salvarán la vida de hijos, nietos y bisnietos”.
Habló de Costa Rica, donde por cada hectárea se produce 40 por ciento más que de la forma tradicional (la quema), “además de tener biodigestores, de producir biogás con el residuo verde y no pagar electricidad, los trabajadores podrán aspirar a una mejor salud”.
Para el investigador, “los humanos somos muy malos para tratar nuestros residuos sólidos, para empacar productos, reciclar las cosas y gestionar nuestros desechos de residuos. Nos falta crecer de ese lado y hay muchísimo por hacer”.
La Universidad de Colima también está trabajando para reducir la contaminación atmosférica, dijo. Un grupo de investigadores y estudiantes de posgrado de la Facultad de Telemática se encuentra desarrollando una estación de medición de la calidad del aire para medir temperatura, humedad, ozono, monóxido de carbono y el material particulado de 10 y 2.5 micrómetros, en cada uno de los campus universitarios.
Este, añadió, es el resultado de un proyecto de la maestría en Tecnología de Internet dirigido por el profesor de la Facultad de Telemática, Omar Álvarez Cárdenas y Fermín Estrada, asesores, y la estudiante de maestría Rosa Elizabeth Bermúdez Padilla.
Por último, lamentó que las personas que usan los sopladores a base de gasolina no usen protecciones adecuadas para cuidar sus vías respiratorias, como las mascarillas KN95 y protectores auditivos. Invitó a no soplar hojas en horarios de flujo vehicular o peatonal, y definitivamente a elegir sopladores eléctricos “porque disminuyen el ruido y la emisión de gases altamente dañinos para las personas”.
El Dr. Gilles Arfeuille es profesor de tiempo completo en la Facultad de Ciencias y tiene doctorado en ciencia ambiental por la Universidad Autónoma del Estado de México. Además, realizó varias maestrías en Ciencias de la Tierra (Universidad de Victoria, Canadá), en Ciencias Atmosféricas y Oceánicas (Universidad McGill, Canadá) y la maestría en Física (Universidad Blaise Pascal, Francia).