*Esto como parte del seminario virtual sobre la Cuenca del Pacífico que coordinó hace unos días la Universidad de Colima a través de su Centro Universitario de Estudios e Investigaciones sobre la Cuenca de Pacífico.

 

Bajo el título de “Desarrollo de la relación bilateral México-Rusia en el periodo comprendido del año 2005 a 2019”, la académica y diplomática Alba Liuba Becerra Pérez ofreció un interesante recorrido histórico por la relación entre ambas naciones, destacando que nuestro país fue el primero del hemisferio occidental que reconoció a la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el 22 de agosto de 1924, mientras que en 1991 hizo lo propio con Rusia, como sucesora de la URSS.

 

Esta conferencia virtual se realizó en el marco del II Seminario de Investigación sobre Rusia “Antonio Dueñas Pulido” y del XX Seminario Anual de Investigación Sobre la Cuenca del Pacífico, coordinados por el Centro Universitario de Estudios e Investigaciones sobre la Cuenca de Pacífico de la Universidad de Colima. La conferencia de Alba Liuba fue parte de la mesa de trabajo “Las relaciones México Rusia”, en la que participaron académicos, diplomáticos y expertos nacionales en el tema.

 

Esta diplomática añadió que en el periodo del 2006 al 2008 se incrementó el intercambio comercial entre México y Rusia en 46.77 % y sólo en 2008 se incrementó en 73.60% con relación al 2007; “los principales productos que exporta Rusia a México son fundición, hierro y acero, abonos, caucho y sus manufacturas, aluminio y sus manufacturas, combustibles minerales, aceites minerales y productos de su destilación, entre otros”.

 

Además, comentó que entre los productos que México exportó a Rusia en 2019 se encuentran automóviles, tractores, velocípedos y demás vehículos terrestres, sus partes y accesorios, máquinas, aparatos y material eléctrico y sus partes; aparatos de grabación o reproducción, cobre y sus manufacturas, bebidas, líquidos alcohólicos y vinagre, artefactos mecánicos, reactores nucleares, calderas y partes de estas máquinas, principalmente.

 

Dijo que el intercambio comercial con ese país ha tenido siempre un déficit por parte de las exportaciones hacia Rusia; “no se entiende cómo grandes multinacionales mexicanas no tomaron la decisión, en su momento, de maximizar las oportunidades que un mercado tan inmenso como Rusia ofrece a las corporaciones extranjeras”.

 

Por último, comentó que Rusia es la doceava economía más grande del mundo, con una población de más de 140 millones de habitantes y un sistema económico basado en el libre mercado; “en este sentido, el gobierno mexicano debería incentivar la expansión de las empresas mexicanas y fomentar la cultura de la internacionalización”.

 

En su turno, como parte de esta mesa de análisis, el docente e investigador de la Universidad Autónoma de Nayarit, Edel Soto Ceja, quien presentó la ponencia “México-Rusia: 130 años de relaciones bilaterales y 75 años de diálogo político”, realizada de manera conjunta con la también catedrática Natalia Kralina, señaló en su intervención que fue el 11 de diciembre de 1890 cuando oficialmente se establecieron las relaciones diplomáticas entre estas dos naciones, cuando el barón Román Rosen por Rusia y el Ministro de Asuntos Exteriores, Ignacio Mariscal por México, firmaron el documento diplomático respectivo.

 

El investigador abundó que, a principios del siglo XX, México y Rusia firmaron el primer acuerdo bilateral sobre comercio y navegación y abrieron los consulados de México en las ciudades de San Petersburgo, Moscú, Helsingfors y Riga y los consulados de Rusia en las ciudades de México, Veracruz, Monterrey y Guadalajara.

 

Comentó que, después de la Revolución Rusa de 1924, México fue el primer país del continente americano que estableció relaciones diplomáticas con la Unión soviética “y desde su inicio, estas relaciones se basaron en la igualdad jurídica de los Estados, en el respeto a la independencia y la soberanía y en la no injerencia en los asuntos internos de otros países”.

 

Detalló que la cooperación bilateral se fortaleció en los tiempos de la posguerra en diferentes áreas de colaboración: el desarrollo económico, cultural, educativo, el respeto al derecho internacional y la coordinación en el plano multilateral, entre otros temas.

 

Al hablar sobre las potenciales áreas de cooperación bilateral entre México y Rusia en la actualidad, el ponente destacó el sector aeronáutico y aeroespacial, la nanotecnología, la biotecnología y biomedicina, las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y la inteligencia artificial (IA), así como la producción de energía, principalmente el desarrollo de nuevas tecnologías para la producción de energías limpias.

 

Por último, señaló que el mercado ruso se encuentra en un proceso dinámico de crecimiento y expansión en el que las oportunidades para el empresario mexicano son diversas y atractivas; “en los años recientes se observa un constante crecimiento del intercambio comercial entre México y Rusia. Se continúan los esfuerzos para la atracción de inversiones a México y para el impulso a la cooperación en los sectores agropecuario, energético, de construcción y químico”.

 

Como parte de la misma mesa de análisis, al abordar el tema “Cooperación Rusia-México: áreas de oportunidad y retos en materia técnico-científica, económico-comercial y educativo-cultural”, la investigadora Isabel Ibarez Flores señaló que, durante los últimos años y con la finalidad de reposicionar a Rusia como potencia científica, el presidente Valdimir Putin ha invertido capital en Ciencia y Tecnología buscando internacionalizar la ciencia rusa mediante acciones de cooperación internacional para el desarrollo, dentro de las estrategias del llamado soft-power (medios de comunicación y diplomacia).

 

En este sentido, dijo, ya se han dado proyectos de cooperación para el desarrollo entre Rusia y México desde el 2008, poniendo especial atención al desarrollo de relaciones técnico-científicas en las áreas de tecnologías aeroespaciales, energía y satélites, simulaciones matemáticas, físicas y experimentales, así como métodos de diagnóstico y curación de enfermedades oncológicas.

 

Sin embargo, añadió, “es importante impulsar aún más algunos de los principales mecanismos de cooperación en las áreas de ciencia y tecnología con Rusia, dotando de mayores recursos no sólo económicos sino materiales, a los centros de investigación científica e innovación y fomentar la creación de más hubs y clusters como los que ya existen en Jalisco, Querétaro y Monterrey, que poseen industrias de punta en los sectores aeroespacial o automotriz y una mayor difusión e información hacia la sociedad civil sobre los estudios científicos que se realizan”.

 

Finalmente, destacó la necesidad de diversificar los vínculos entre México y Rusia con miras hacia nuevas áreas de oportunidad que promuevan un intercambio de buenas prácticas y conocimientos locales en materia de innovación tecnológica e investigación y desarrollo científico, dado que ambos países cuentan con un potencial muy grande por explotar; “la cooperación a nivel de estados, pero más aún entre los propios individuos, es el mejor motor para promover el desarrollo y, de este modo, afrontar los retos globales”.