En solfa
Por Héctor Sánchez de la Madrid

Después de que Morena le puso una paliza al PRI en 2018, de ahí en adelante se ha ido de picada perdiendo las gubernaturas que tenía entonces, hasta quedarse solamente con las del Estado de México y Coahuila, que el año próximo tendrá que meter todo lo que tiene para retenerlas, aliado solamente con PAN y PRD, ya que MC irá solo. Vislumbro una negociación del gobernador Alfredo del Mazo Maza para entregar la plaza a cambio de impunidad.

Aclaro que desde entonces no sólo han sido derrotas para los tricolores, algunas ciudades, incluso capitales (Colima es una de ellas) las han ganado o retenido gracias a la coalición mencionada, sin embargo, 2023 pudiera ser la última llamada, ya sea para resurgir como el ave Fénix o perder lo último que les queda. Profesionales de la política, los priistas se saben todas las prácticas, buenas y malas, siempre y cuando estén en el poder, pues fuera de él en ocasiones no saben qué hacer.

Tanto a nivel nacional como estatal, se desconoce si algo están haciendo para reconstruir las bases y encontrar la forma de recuperarse, lo cual, en sí, es un error, ya que se trata de un instituto partidario que no está usando los medios de comunicación tradicionales ni las modernas redes sociales. Si fuera el caso de que están trabajando para volver por sus fueros, necesitan difundirlo, cacarearlo, como lo hacían cuando estaban en el poder.

Requieren cambiar, renovarse, transformarse, sacudirse la modorra, soltar los lastres de las políticas arcaicas que los hicieron perder en el pasado reciente y pudieran ser la lápida que sellaría su tumba en 2023. Deberían, también, de comprender la urgencia de incorporar a más militantes de nuevo cuño para formarlos y capacitarlos política y administrativamente hacia los cargos que pronto estarán en disputa; asimismo entender que los ciclos terminan.

Deben reconocer los dirigentes y miembros con larga trayectoria en el abanderamiento, que las nuevas y escasas figuras que ya están en la palestra necesitan de todo el apoyo partidista para terminar su formación y seguir madurando, comprender que el instituto político no tiene dueño, que es de todas y todos los activistas, de abrir las puertas y darles la oportunidad a las generaciones que ya están ahí tocándolas para tomar la estafeta en sus manos.

Es una gran responsabilidad la que tienen los directivos tricolores, nacional y estatales, en primer lugar de evitar las derrotas de su partido en los comicios de 2023, lo cual es una posibilidad; en segundo, de renovar, de modernizar, de actualizar al abanderamiento, tirando por la borda los procedimientos anticuados que funcionaron durante décadas enteras pero ya nadie los quiere por injustos, centralistas e imprácticos.

Dicen que más le queda al rico cuando empobrece que al pobre cuando enriquece, de ahí que sería una lástima que el partido tricolor desapareciera tan cerca de cumplir 100 años de su fundación (1929), luego de haber permanecido durante 71 años en el poder presidencial y de haberlo recuperado 12 años después para perderlo a los seis años. Varias generaciones de mexicanos nacimos, crecimos y vivimos en esa era tricolor.

En la época reciente el PRI requirió participar en una coalición con el PAN y PRD en las elecciones de 2021, que les fue mal al perder cuatro gubernaturas y retener dos, pero les pudo ir peor y perder todas si no se hubieran aliado. Es obvio que los tres institutos partidistas se necesitan para las elecciones de 2023 y 2024, inclusive, si se sumara el MC (antier afirmó que no se uniría) para enfrentar a Morena y sus satélites, PVEM y PT, aumentarían sus probabilidades de ganarles.

Y ahí, en este tema, también debe de cambiar su política, ya que si la coalición es la tabla de salvación para los abanderamientos opositores al régimen presidencial, no sólo tienen que estar en comunicación con sus similares, estudiando, planeando y haciendo las listas de los candidatos de los comicios que se aproximan, sino también dejarse ver por las y los ciudadanos, de publicitarse en la prensa escrita y electrónica, así como en las redes sociales.

Los dirigentes y militantes distinguidos de los respectivos partidos políticos de oposición deben dejar de reunirse solamente en privado (estoy de acuerdo en que hay asuntos que tienen que tratarse con discreción), en lo oscurito, si es que lo están haciendo. Esa práctica de andarse por las ramas, de esconder un juego que finalmente algún día se va a abrir y hacer público debe desaparecer. De alguna forma, con todo respeto, se comportan como la policía china.

Por lo pronto, a pesar de que le falta mucho por hacer al PRI en el país y en el estado, es el único partido en Colima que tiene ya en el espacio público a tres figuras políticas que debiera proyectar hacia 2027, rumbo a la sucesión gubernamental. Esas personas son, en estricto orden alfabético: la diputada Lizzie Moreno Ceballos, la alcaldesa capitalina Margarita Moreno González y el rector Christian Torres Ortiz Zermeño. Tienen el potencial necesario, falta que lo desarrollen y se manifiesten en el terreno de los hechos.