Esteban Cortés Rojas
=Mototaxis y autonomía municipal =Debieron encarcelar a Rafael Mendoza =El “detente” y la inmunidad moral no salvaron al Presidente del Covid
Si los operadores y líderes de las motocicletas adaptadas para pasajeros, llamadas mototaxis, las han hecho circular al margen de la ley durante años, y en algunos operativos han desafiado a las autoridades, incluso agrediéndolas, es lógico que las medidas que se tomaran en adelante fueran más enérgicas.
Tras la manifestación de los taxistas del lunes 18 de enero se acordó con la autoridad competente -Secretaría de Movilidad-, que se aplicaría la ley con estricto rigor para detener a las mototaxis por no estar contempladas para operar en la propia Ley de Movilidad Sustentable del Estado de Colima.
El miércoles 20 de enero, en operativo conjunto entre de la SEMOV y la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno estatal, se intentó detener a todas las mototaxis que estuvieran prestando de manera ilegal el servicio de transporte público. Y, como en otras ocasiones, los líderes y operadores se amotinaron para impedirlo, y para eso llamaran a Rafael Mendoza Godínez, impulsor de este ilegal sistema de transporte, quien en esos momentos era todavía alcalde de Cuauhtémoc con licencia.
Lo que siguió a continuación fue que pusieron en riesgo la vida de personas -niños, niñas, señoras y ancianos-, que estaban en el lugar del operativo, pues Mendoza intentó confrontar a las autoridades interponiéndose entre los elementos de la SSP y las motocicletas decomisadas, intentando evitar que los agentes se las llevaran.
El torcido alcalde hizo escándalo y con aires de prepotencia, gritaba que no se debían recoger los vehículos e invocaba la autonomía del municipio sin reparar en que para esos momentos todavía era “licenciado”, es decir tenía vigente su licencia de alcalde Cuauhtémoc.
Y todavía más: como no pudo impedir que se llevaran las motos, persiguió a las grúas que las transportaban, cruzándose en su camino a riesgo de provocar un accidente de consecuencias lamentables.
Habiendo fracasado en su intentona de impedir el decomiso de las mototaxis, Mendoza inició una campaña de desinformación a través de las redes sociales y en algunas entrevistas en medios de comunicación que le son afines, en donde quiso cambiar la narrativa de los hechos como, por ejemplo, decir que había alrededor de cien elementos policiacos en el operativo, que lo habían “rodeado” unos cincuenta y le habían cortado cartucho. Casi casi se presentaba como el Tigre de Santa Julia.
Pero todo fue desmentido por la Secretaría de Seguridad Pública en un comunicado de prensa, señalando que ni fueron cien elementos de la policía estatal ni fue cierto que le cortaron cartucho y, lo más importante, que en ningún momento se descuidaron los patrullajes de prevención y vigilancia en otras zonas del Estado, como afirmó el alcalde como insinuando que fue tan imponente su presencia que la policía hubo de prodigarse para impedirle su despropósito.
Lo cierto es que, por un error de impensado cálculo de las autoridades policíacas, Rafael Mendoza no fue detenido y encarcelado por obstrucción en la aplicación de la ley. De haber sido detenido, nadie lo hubiese objetado, salvo los propios propietarios de las mototaxis ilegales.
Lo que debe quedar claro después de este zafarrancho pueblerino es que la Secretaría de Movilidad y la SSP solo estaban aplicando la ley para detener a las mototaxis, porque la Ley de Movilidad Sustentable del Estado de Colima las prohíbe. Y si bien Rafael Mendoza invoca la autonomía municipal, su jurisdicción no puede estar por encima de la Constitución del Estado de Colima que claramente estipula el tipo de transporte público que puede circular por toda la entidad. Y las mototaxis no están en ese precepto.
MESÓN.- El presidente López Obrador adquirió el Covid-19. El hecho debe hacernos reflexionar en que, cuando se trataba de que diera ejemplo y se usara cubrebocas, se burló de la gente que se lo pedía. Se recuerda cómo, aguantando la risa para no explotar en carcajada, buscaba en su saco las estampidas y los escapularios del “detente” para decir que con esos fetiches y con el no mentir y el no robar se vitaba el covid. Mayor burla y mayor muestra de ignorancia no se había visto. Menos se había visto a un “científico” como Hugo López Gatell justificando al presidente diciendo que no era fuerza de contagio, sino fuerza moral, lo cual sin duda decía para conservar la chamba. Ahora mucha gente duda que el presidente tenga covid y atribuye su presunto contagio a la intención de jugar al mártir ante la caída en su popularidad. Será el sereno, pero ojalá López Obrador, si de veras tiene covid, se reponga sin consecuencias y vuela pronto a divertirnos con las mañaneras. No hay que desearle a nadie lo que no queremos para nosotros. ¡Arrieros somos!