Fernando Castillo*
Comienza el mes de agosto, quedan 3 meses para finalizar el año y la humanidad aún no gana la batalla contra el covd-19.
Una de las noticias que esperaba desde hace varios días y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó apenas arrancó el mes es la siguiente: “Quizás nunca haya una solución simple para el coronavirus”.
A decir del director general de la ONU, Tedros Adhanom Ghebreyesus, los contagios confirmados se han multiplicado por cinco en los últimos tres meses, una cifra realmente abrumadora. Y aunque varias vacunas se encuentran en la fase 3 de las pruebas clínicas, aún no hay una panacea y tal vez no la haya nunca. Es por ello que cada vez se vuelve más viejo el término “nueva normalidad” simplemente para dejarlo en “normalidad”. ¿Llegará un punto en el cual, el uso del cubrebocas, gel antibacterial y demás medidas de desinfección diaria sean simplemente algo común? Seguro que sí.
Uno de los sectores más afectados por la pandemia, además del económico y laboral, sin duda es el sector educativo. Es innegable para mí decirles que cuando escuché este 3 de agosto al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, decir que, y cito, “lanzó una idea totalmente novedosa que fue invitar a las televisoras a que se sumaran en un esfuerzo público-privado para lograr la transmisión de los contenidos educativos” no pude hacer nada más que reír por dentro y decir, ¿acaso este señor no conoce el sistema deficiente de telesecundarias, creado en 1968?
Debo admitir que cuando ingresé a la preparatoria me enfrenté a un deficiente aprendizaje de matemáticas e inglés. ¿Por qué? Sencillo, los maestros llegaban a “prender la televisión”, literal, para que viéramos el contenido de las clases sin siquiera mover un dedo. El problema es que la clase de matemáticas se transmitía de 7:00 a 8:00 de la mañana y ellos llegaban pasadas las 8:00 am. Acto seguido apenas y veíamos la clase de Español. Después la de Inglés simplemente decidían reemplazarla por hortaliza y bordado para hombres y mujeres, respectivamente. No demerito esto, pues era una telesecundaria rural, además que, como jóvenes éramos felices no tomando ciertas clases que son el coco de muchos.
Este lunes, como decía líneas arriba, la Secretaría de Educación de México optó por firmar con cadenas televisivas para transmitir las clases y que los estudiantes las vean desde sus hogares; es decir, una variación del viejo, empolvado y deficiente sistema de telesecundarias del país: clases televisadas en las que la interacción y retroalimentación entre el alumno y el maestro es nula. ¿Sería más viable las clases por videoconferencia, con interacción de maestros que ya tiene el sistema educativo contratados? Sí y no. Sí, porque habría retroalimentación, y no porque no todos los mexicanos tienen acceso a Internet o una computadora donde tomar las clases. La opción más viable es uno de los medios tradicionales más extendidos en el país: la televisión.
Es así que a partir del 24 de agosto, más de 30 millones de niños de México recibirán sus lecciones a distancia por Televisa y TV Azteca. Televisa pondrá a disposición el Canal 5 donde tendrán clases de primero a tercero de primaria. Por su parte, el canal 7.3 para llevar televisión educativa a todo México desde el inicio del ciclo escolar 24 horas al día, durante 7 días a la semana. La televisión pública, mediante los canales 22 y 11 también apoyarán a la docencia a distancia.
El responsable de los contenidos seguirá siendo la Secretaría de Educación y las televisoras sólo serán difusoras del mismo. Pero, ¿Qué ganan las televisoras? ¿Acaso es una ola de altruismo desmedido por parte de empresarios como Emilio Azcárraga Jean (Televisa) y Benjamín Salinas Sada (TV Azteca)? ¡Juras! No, señor, así no se mueven las cosas en el país. Los 6 canales de televisión cobrarán una “tarifa social” por transmitir el contenido.
Sin embargo, me quedan aún grandes interrogantes respecto a la transmisión de las clases, que espero compartir o, de lo contrario, me ayude a aclarar, estimado lector: ¿Quién preparó el contenido que se transmitirá?; ¿cuándo se grabó tanto contenido?; ¿cómo se comprobará la retroalimentación?, digo esto porque, si mal no recuerdo, en 2018, un estudio elaborado por el Centro Kumon, determinó que más del 34 % de los estudiantes en el país, que están en nivel medio y superior no comprende lo que lee. Es decir, si un joven desea que su hermano de nivel superior le revise la tarea, ¿cómo estará seguro que es correcta la actividad realizada si él mismo es un analfabeta funcional? ¡Ojo! No sólo hablamos de los jóvenes considerados analfabetas funcionales, sino de los padres de estos niños que están dentro de las estadísticas.
Para entender esto, la definición de analfabeta funcional viene presentada por el INEGI y se desprende a su vez de la propuesta por la UNESCO, que asegura que “se considera que una persona es analfabeta funcional cuando tiene 15 o más años y cuenta con tres o menos años de educación básica”. Por lo tanto, el INEGI asegura que el 2.8 % de los jóvenes de 15 a 29 años en México son analfabetas funcionales, una cifra que extrapolada al resto de la población arroja un total de 10 millones de personas en nuestro país en esta condición.
Siguiendo con las interrogantes, tenemos por ejemplo: ¿cómo calificaría la SEP las actividades de los alumnos? ¿Ahí sí echará mano de sus maestros en cada entidad?
Y no conforme con esto, habrá nuevas asignaturas llamadas “Higiene y limpieza del entorno” y “Vida saludable”.
Sin duda, la pandemia ha puesto “patas arriba” no solo al sector financiero y laboral del mundo entero, sino al sistema educativo. Esperemos que el esta “idea totalmente novedosa”, a decir del presidente – y que yo experimenté más de 15 años atrás-, no se convierta en un gasto más al frágil bolsillo de un México que se hunde en más caso covid-19; más muertes por el virus; menos empleos y menos crecimiento económico; más hambre y pobreza, y menos posibilidades de salir adelante, pero eso sí, ¡Que tiene en desarrollo un tren y un aeropuerto que satisfacen a modo los caprichos de la cuarta transformación!
*Fernando Castillo es licenciado en Lingüística y productor de noticias de ZER Informativo Colima. Envíale tus comentarios a fernando_castillo@ucol.mx.