En solfa
Por Héctor Sánchez de la Madrid

Aunque millones de mexicanos extraviaron su memoria durante el régimen presidencial de Morena al olvidar las innumerables críticas de la entonces oposición, hoy asentada en Palacio Nacional y en más de las dos terceras partes de los Palacios de Gobierno estatales, así como en la mayoría las Presidencias Municipales del territorio nacional, quiero refrescarles esas denuncias en el proceso electoral adelantado e ilegal que sufrimos.

Durante los 71 años que el PRI gobernó el territorio federal sus adversarios de derecha e izquierda le pegaron por las diferentes prácticas que ejercieron mientras mandaban como el nepotismo, el compadrazgo, la improvisación de los funcionarios, la falta de licitación y transparencia en los contratos públicos, la carencia de sanciones a los servidores públicos que cometían desfalcos e ilícitos diversos, entre otras muchas más irregularidades.

En la hegemonía del PRI, antes de que terminara en 1989, después de 60 años, con el triunfo de Ernesto Ruffo Appel en la gubernatura de Baja California, y en 1997 cuando perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, fue en el mandato del presidente Miguel de la Madrid Hurtado cuando empezaron a darse cambios profundos en la administración pública, la aplicación de las leyes y la renovación moral de la sociedad.

Con Carlos Salinas de Gortari hubo un retroceso significativo en todos los órdenes, algunos ejemplos fueron los negocios de su hermano Raúl a la sombra del poder público; las concertacesiones de gubernaturas con el PAN y PRD; así como los asesinatos del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, y su cuñado, Francisco Ruiz Massieu, diputado federal y coordinador de la bancada priista en la Cámara Baja.

Ernesto Zedilllo cometió el error de diciembre en 1994 al liberar el dólar que provocó una incontrolable fuga de capitales que, sin embargo, pudo sortear y entregar el país con un crecimiento arriba del 7% que ninguno de sus sucesores ha podido rebasar, vamos ni siquiera igualar. A pesar de recibir un país convulso, política y económicamente, nuestra nación entró al nuevo siglo con paz social y estabilidad financiera, que es mucho.

Vicente Fox accedió legal, legítimo y popular, pero carecía del carácter y los conocimientos para ser un estadista, su administración fue regular, tuvo aciertos y desaciertos, nada espectaculares ni unos ni otros. Felipe Calderón llegó acotado por la ventaja mínima que le sacó a quien quedó en segundo lugar; su principal acción fue el intenso combate al crimen organizado, al unísono que su mayor mancha por tener al frente a Genero García Luna, detenido y sometido a juicio en Estados Unidos de América por sus relaciones con el narcotráfico.

Enrique Peña Nieto también tuvo logros —es imposible que un presidente de la República no tenga algunos—, sin embargo, su manejo del erario dejó bastante que desear, de su parte y de varios de sus colaboradores cercanos. Extrañamente tiene ese estigma, aunque si me preguntan cuáles fueron los negocios que hizo e hicieron no recuerdo ninguno. Su error primordial fue entregar la presidencia a Andrés Manuel López Obrador a cambio de impunidad, compromiso que ha cumplido a casi 10 meses de terminar su periodo.

Millones de mexicanos que votaron por Andrés Manuel en 2018 esperaban que el sistema político que se creó en 1929 al fundarse el Partido Nacional Revolucionario, para cambiar a Partido de la Revolución Mexicana y luego a Partido Revolucionario Institucional, el cual continuó con los dos mandatarios del PAN y de vuelta al PRI, nunca se imaginaron que el político que odiaba al partido en el que inició su carrera y despotricara en su contra durante alrededor de 40 años iba a hacer lo mismo o peor todavía en su gobierno.

No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír y peor aún quien no quiere ver ni oír. Todas las atrocidades que cometieron los regímenes priistas y panistas han sido repetidas y multiplicadas por el gobierno presidencial de Morena, inclusive algunas nuevas que aquellos no perpetraron porque no quisieron o porque no había los elementos en ese tiempo. Eso sí, las que enuncié en el párrafo segundo vaya que las han llevado a cabo tanto en lo federal como en lo estatal y municipal.

¿A qué viene la relación de los gobiernos presidenciales de los últimos 41 años? Lo hice para reconocer a nuestro paisano Miguel de la Madrid Hurtado quien rompió con el presidencialismo a ultranza de sus antecesores, impulsando la democracia, adelgazando la administración pública, bajando el gasto público, imponiendo un plan de austeridad, evitando el dispendio, y regresándole el decoro, la decencia a la investidura presidencial que había dejado por los suelos su predecesor José López Portillo.

Hago un reconocimiento a la candidata virtual a la presidencia de la República del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez Ruiz, por haber invitado a Enrique O. de la Madrid Cordero como responsable de las mesas que construirán el Proyecto de Gobierno que servirá de base para su campaña presidencial. Enrique de la Madrid es la persona idónea para encargarse de realizar los programas del México posible que nos merecemos las y los ciudadanos a corto, mediano y largo plazo, tiene la capacidad, los conocimientos, la honestidad, la experiencia y la formación para elaborar las bases del país justo, moderno y funcional que todas y todos queremos. Ese es el perfil de funcionarios y candidatos que demandamos las y los mexicanos.