Por Héctor Sánchez de la Madrid
Hoy miércoles y mañana jueves estará de visita en nuestro estado Enrique Octavio de la Madrid Cordero para reunirse con amigos y simpatizantes suyos, además de impartir una conferencia en el Auditorio Carlos de la Madrid Béjar, como director del Centro para el Futuro de las Ciudades del Tecnológico de Monterrey.
Con profundas raíces colimenses, Enrique de la Madrid es el tercero de cinco hijos (Margarita, Miguel, Enrique, Federico y Gerardo) que procrearon el matrimonio integrado por el coterráneo que obtuvo la Presidencia de la República (1982-1988), Miguel de la Madrid Hurtado, y la señora Paloma Cordero Tapia, de ascendencia chihuahuense.
En 1981, a los 19 años (nació el 1 de octubre de 1962), su papá fue nominado candidato del PRI a la Primera Magistratura en el país, para, en 1982, ya electo Mandatario, iniciar sus estudios académicos en la UNAM, concluyéndolos un año antes de que terminara el sexenio presidencial de Don Miguel. En 1990 se casó con Isabel Prieto Prieto, formando a dos hijas y dos hijos.
Es del conocimiento general que De la Madrid Cordero aspira a la candidatura al más alto cargo público de la nación, apoyado por una alianza amplia de partidos de oposición, integrada por PRI, PAN, PRD, e incluso MC, para darle una feroz pelea al régimen de Morena en los comicios presidenciales de 2024, que será definitivamente una guerra sin cuartel.
Enrique de la Madrid cursó la Licenciatura de Derecho en la UNAM y una Maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard, idéntica formación universitaria a la de su señor padre. Ha desarrollado una variada carrera en el sector público, ocupando puestos relacionados con la política, la economía, las leyes, el campo, la banca, el comercio internacional y el turismo.
Entre los cargos públicos más importantes que ha desempeñado se encuentran los siguientes: Diputado federal de la LVIII Legislatura, 2000-2003; Director General de Financiera Rural, 2006-2010, con el presidente Felipe Calderón Hinojosa; Director General del Banco Nacional de Comercio Exterior, 2012-2015, asimismo, titular de la Secretaría de Turismo, 2015-2018, con el presidente Enrique Peña Nieto; Director del Centro para el Futuro de las Ciudades del Tecnológico de Monterrey.
A lo anterior se suma el capital político que le heredó su progenitor, a quien le tocó un sexenio demasiado complicado por la situación deplorable en que recibió el país de las tres administraciones presidenciales que le precedieron, las cuales fueron caóticas y dejaron a la nación temblando. Es injusto calificar el gobierno de Miguel de la Madrid sin considerar las condiciones desastrosas que tenía entonces el país.
El final político del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, ensangrentado por la masacre estudiantil de Tlatelolco; la confrontación con el sector privado y la desestabilización política auspiciada por el régimen de Luis Echeverría Álvarez; la política económica equivocada por la dependencia del petróleo y la nacionalización de la banca del presidente José López Portillo, fueron los legados malditos para De la Madrid Hurtado.
Evitar que México se colapsara económicamente y estallara una guerra civil, así como haberle regresado el decoro a la investidura presidencial, fueron los aciertos principales de Miguel de la Madrid; otro más, fue el concluir su mandato sin escándalos personales, políticos y económicos, sin señalamientos de malversación del erario ni enriquecimiento ilícito. Fue un Presidente honesto, de los pocos que hemos tenido.
De la Madrid Cordero tiene una hoja limpia en el sector público y una carrera relevante debido a su preparación universitaria y el cumplimiento de sus obligaciones, también a la herencia política que le dejó su señor padre, lo cual es legítimo y le abona. Su vida personal es transparente, su esposa es una mujer moderna, con estudios de postgrado en el extranjero y ha ocupado la dirección de empresas importantes.
Enrique de la Madrid es el prototipo de los mexicanos que necesita la nación para dirigirla, capacitados, honestos, trabajadores, conocedores y respetuosos de las leyes y el Estado de Derecho, con una visión amplia de lo que somos y lo que necesitamos, no sólo en México sino en el mundo entero, comprensivos y tolerantes ante la diversidad de criterios y de gustos, veraces y austeros en el ejercicio de sus funciones públicas.