Tiempo Fuera
Por Héctor Sánchez de la Madrid
Desde hace muchos años decidí no discutir con personas cerradas de mente, que no razonan, que de antemano, incluso antes de que se les exponga un argumento refutan que no es cierto lo que aún no se les dice; en pocas palabras se creen dueñas de la verdad. Las hay inteligentes, mediocres o nangas, de todo hay en la viña del señor.
En el medio que me moví durante 45 años, de 1976 a 2021, el periodismo político, había un elemento adicional a las categorías mencionadas: el dinero. A los seudoperiodistas profesionales que vivían de mis detractores, siempre los ignoré porque no tenía caso polemizar con alguien a quien le pagan por pegarte; hacerlo era perder el tiempo.
Me fue bien en el ejercicio de mi profesión ya que me sobran dedos de una mano las veces que entablé alguna discusión con especímenes de esa naturaleza, a los cuales nunca les ganas, jamás los convences de que tú tienes razón y ellos (o ellas) están erróneos, así que tengo experiencia en esa materia. Esa tesis debo de aplicarla en mi vida diaria.
Andrés Manuel López Obrador pertenece a ese tipo de individuos que en la vida aceptan que están equivocados y por eso deben cambiar de actitud, de proceder, en ciertos momentos, en algunas ocasiones. “Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”, escribió alguna vez el poeta inglés Alexander Pope (1688/1744).
Está claro, entonces, que nos encontramos en una de las peores encrucijadas de nuestra nación al tener en la presidencia de la República a un señor que se dice demócrata y actúa como autócrata; que se autonombra cristiano y se comporta como déspota; que proclama la pobreza franciscana y vive del erario en un Palacio; que repudia la corrupción de sus adversarios y solapa el tráfico de influencias de su primogénito.
No recuerdo en los anales de la historia contemporánea una marcha ciudadana tan pacífica y copiosa como la realizada el domingo reciente en la capital del país (participaron más de 500 mil), 50 ciudades de México (desfilaron alrededor de 100 mil) y 10 urbes en el extranjero, ni tampoco por la causa que la motivó como es la defensa del Instituto Nacional Electoral y sus similares en los estados ante el objetivo presidencial de debilitarlos.
Aparentemente es incomprensible que sea el propio presidente Andrés Manuel López Obrador —que llegó al máximo cargo público de la nación gracias al órgano electoral y leyes que lo regulan—, quien pretende quitarle su independencia y autonomía para que lo controle el Gobierno Federal, sin embargo, está claro que quiere regresarlo a ese pasado, entendible en esa época, para manipularlo por completo como antes sucedía.
El hartazgo generalizado contra el PRI obligó al presidente Carlos Salinas de Gortari a crear las condiciones para que se formara el Instituto Federal Electoral con la participación de los ciudadanos y partidos políticos, después de su cuestionado triunfo comicial de 1988, avalado por el entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, hoy director de la CFE de la 4T. Todavía en 1994 ganó la presidencia el tricolor Ernesto Zedillo Ponce de León.
Gracias al IFE, fundado en 1990 y declarado autónomo hasta 1996, se logró en 2000 la primera alternancia partidista con el triunfo del candidato del PAN y PVEM, Vicente Fox Quesada; seis años después repitió el partido albiazul con Felipe Calderón Hinojosa y después de los sexenios panistas regresó el PRI a la presidencia de México con Enrique Peña Nieto, quien entregó la estafeta presidencial al morenista Andrés Manuel López Obrador.
En 2014 el IFE se convirtió en INE sin cambios sustanciales, conservando su independencia y autonomía, el cual estuvo a cargo de los comicios presidenciales de 2018 en los que López Obrador obtuvo la Primera Magistratura de la nación, sin embargo, desde que asumió el poder federal comenzó a denostar a las autoridades electorales con la clara intención de restarle fuerza política y económica para sumárselas al Poder Ejecutivo que detenta.
Como siempre, al político tabasqueño le importaron un comino los cientos de miles de voces del reclamo popular, ya que minimizó y atacó a la importante manifestación de apoyo al INE y en contra de su reforma que busca desarticular al ente electoral; es imposible dialogar con él. Si la iniciativa constitucional no pasa, ya anunció que enviará una enmienda a las Cámaras Legislativas para modificar la ley secundaria que le permitiría hacer los cambios que persigue; dudo que lo haga, y si lo hace no conseguirá los puntos principales. La sociedad civil y los partidos opositores, PAN, PRI, PRD y MC, no debemos permitir que se salga con la suya, para ello tendremos que hacer las manifestaciones que sean necesarias y más cuantiosas aún que la efectuada el domingo anterior.