PARACAÍDAS

Por Rogelio Guedea

Pese a que desde un principio se supo que Claudia Sheinbaum era la favorita del presidente López Obrador para asumir la candidatura de Morena a la presidencia de la República, el partido hoy hegemónico decidió llevar a cabo un proceso democrático entre los cinco aspirantes más fuertes a fin de determinar cuál de ellos podía legítimamente quedarse con el bastón de mando. Estos aspirantes eran Noroña, Ebrard, Monreal, Adán Augusto y la propia Sheinbaum. Este proceso, como lo he dicho, pudo haberse ahorrado como también pudieron haberse ahorrado millones de pesos que se gastaron en las campañas de los suspirantes si se hubiera hecho mejor una candidatura de unidad que, luego de un debate interno entre las diferentes fuerzas del partido, se hubiera designado a Sheinbaum como la candidata, pues ésta contó desde un principio con la fuerza mayor de las fuerzas internas de partido, la del presidente López Obrador. Como no fue así, el proceso de designación de la candidatura creó divisionismo al interior del partido pero también unidad al mismo tiempo en torno al presidente López Obrador, pues todos los gobernadores de Morena del país (incluida la gobernadora de Colima Indira Vizcaino) entendieron muy bien el mensaje desde un principio y apoyaron la candidatura de Sheinbaum, no importando que esto creara fricciones internas en los estados entre aquellos militantes morenistas que apoyaban a otros candidatos, como sucedió en Colima con el grupo de Griselda Martinez, la presidenta de Manzanillo, que auspició la candidatura de Adán Augusto y que recrudeció la ya de por sí ríspida relación con la Ejecutiva estatal. Y así todos los demás grupos que en algún momento creyeron que habría un revés en contra de la candidatura de Sheinbaum y que tuvieron la ilusión por este motivo de que su candidato se hiciera con el triunfo. Nunca iba a ser así. Por eso, la gobernadora Indira Vizcaíno, que entendió muy bien desde un principio la voluntad presidencial o que expresamente le fue impuesta, jugó muy bien su papel y al final ganó en el juego de las corcholatas, lo que esperemos que traiga buenos dividendos para nuestro estado pues a muy pocos les quedará duda ahora de que Sheinbaum vaya a perder la presidencia de la República. Tendría que suceder algo realmente extraordinario para que así fuera. Se le acusó a la gobernadora Indira Vizcaino de apoyar con recursos publicados a Claudia Sheinbaum durante su campaña interna, pero a estas alturas y dado que se trató de un proceso interno en el que los verdaderos ofendidos deberían de ser los otros candidatos morenistas, hoy alineados a Sheinbaum, y algunos ciudadanos o políticos de oposición, hoy sin reales herramientas para hacer algo en contra de la mandataria estatal, lo que sucederá es que las aguas volverán a su cauce toda vez que, como dicen, haiga sido como haiga sido la gobernadora Indira Vizcaíno jugó bien y ha salido fortalecida del proceso interno de su partido para elegir a la candidata morenista a la presidencia de la República. Vamos a ver qué sucede ahora con los morenistas locales, que quedaron más divididos que antes y no sabemos si ahora tendrán que apoyar a Sheinbaum (y por tanto unirse de facto a la gobernadora Indira Vizcaino) o persistirán en sus convicciones y en lo local intentarán descarrilar el proyecto presidencial y, con él, hacer aguas en la embarcación indirista. Todo parece indicar que será lo primero, pero ya veremos.