Esteban Cortés Rojas

= La desfachatez de Indira = No fue aumento, sino ajuste  = No despide a Torrero, pese a lo inhumana = Un asunto para los diputados = Aportaciones y ajustes, es igual

Que calladito tenía la desgobernadora Indira Vizcaíno el «error» de haberse aumentado el sueldo junto con sus principales funcionarios del chiquigabinete, alza que escaló en algunos casos a más del 60% lo que no es ninguna baba de perico.

Lo había mantenido en secreto desde el ya muy lejano 16 de abril, pero no por su gusto ni alegando que su pecho no es bodega como López Obrador quien dice que por eso regurgita todo cual rumiante empanzado, sino porque después de tres meses vino con el chisme el dirigente sindical de los trabajadores al servicio del gobierno estatal, Martín Flores Castañeda, quien si en su vida nunca había hecho algo que se le agradeciera, ahora se llevó las palmas y la gloria por un gran servicio a la patria chica colimense desenmascarando a la punta de farsantes y traidores a su propia doctrina de no mentir, no traicionar y no robar.

Que fue un «ajuste», dijo Victor Torrero Enríquez, secretario de Administración, a quien Indira mandó a dar la cara por el «error» del «ajuste» salarial, funcionario que se enredó como pollo en una hilacha y exhibió su mediocridad tratando de explicar los «criterios» administrativos y técnicos, que según Indira fueron carentes de perspectiva humana y sensibilidad. Sin embargo, pese a ello Indira no ha despedido al insensible y deshumanizado Torrero, quizá esperando que juntos sean puestos de patitas en la calle cuando les llegue la guadaña con la revocación de mandato; pero lo cierto es que ella, solo ella y nadie más ella aprobó el erróneo «ajuste».

Los aumentos de sueldo en cualquier administración publica estatal en México, son autorizados -previo análisis de cuentas y cálculos sobre las condiciones económicas y financieras-, por el(la) titular titular del Poder Ejecutivo. El(ella) y nadie más, porque no hay en el esquema de la administración pública estatal alguien que por si sólo pueda disponer del presupuesto a no ser para asuntos dentro de su propia esfera de responsabilidad. El(ella)  estampa su firma para que el «ajuste» se haga efectivo.  En Colima, obviamente y por la causa que fuere, no estaban dadas las condiciones para que esta bola de zánganos se aumentaran el sueldo y menos en la forma y la cuantía que lo hicieron.

En el caso que nos ocupa, lo único que no causó asombro ni sorpresa fue la manera tan serena y cínica en que Indira «explicó» su metida de pata con total desfachatez.

MESON.- Cualquier aumento al salario para empleados públicos en una administración estatal, por tratarse de recursos del erario -propiedad del pueblo-, debiera ser autorizado por los representantes populares, es decir los diputados locales dado su carácter de fiscalizadores del gasto público y hacedores de leyes. En el nivel municipal, por los regidores. Al menos así se salvaría el escollo de la transparencia, pues no quedaría en secreto al discutirse en la Cámara, ni encubierto por los oscuros mantos de la complicidad del alto mando y los subordinados. De este modo se evitarían las vergüenzas de andarse autorizando «justes» al salario y luego tener que admitir que se hizo con criterios técnicos carentes de sensibilidad humana. {} Lo que en otro nivel son «aportaciones» como las que recibió Pío, acá son «ajustes». Serán dos cosas distintas, pero las iguala el embuste, la deshonestidad y el cinismo {} ¡Arrieros somos!