Por Esteban Cortés Rojas
= La fealdad del centro histórico = Está invadido de chaferías = El palacio de Gobierno contribuye = La hija de Arnoldo no paga lo que debe
Muchas veces hemos oído y leído sobre la intención de hacer agradable y atractivo el centro histórico de la ciudad de Colima para hacerlo digno de presumirse y merecedor de visitarlo por propios y extraños. Y si eso se dice y se pretende es porque hay conciencia de que la zona del primer cuadro de la ciudad es, diciéndolo del modo más amable, bastante feíto. Dicho de otro modo, no dan ganas de estar por ahí ni pasar siquiera por error.
Poco a poco, lento pero seguro, a lo mejor sin quererlo, se ha ido avanzando en el despropósito quizá involunario de quitarle lo poco atractivo que tuvo o tenía nuestra ciudad en su parte céntrica, en su corazón urbano, en el centro histórico que todas las urbes tienen y que sus habitantes cuidan con tanto esmero y cariño… como no se ve en Colima.
¿A nadie le da tristreza que haya cerrado sus puertas el tradicional resurante Los Naranjos (de la primera cuadra de Gabino Barreda, en el mero down ton de nuestra chaparra y tropical ciudad, después de muchas décadas de haber sido el más tradicional refugio de quienes iban allí a componer el mundo en torno a una taza de café (políticos buenos y malos, periodistas aporredores de teclados, presuntos intelectuales, grillos de a deveras y simples y entusiastas chismosos) y desyunador, comedor y cenaduría familiar de los colimenses? ¿Y porqué cree Usted que tronaron Los Naranjos? A los Naranjos lo acabó la decadencia del centro de la ciuidad como zona comercial, esa decadencia que rechazan los cmeruiantes de la zona pero que son los primeros en provocar.
El centro de la ciudad de Colima, ya lo decía, se ha ido extinguiendo como tal por la corrientez y la chafería que reinan en los comercios de las aceras de la calle Madero desde Filomeno Medina/Juárez hasta Nigromante/Gildardo Gómez. En esa zona, que debiera ser la más atractiva, abunda lo ordinario, vulgar y chafa: banquetas invadidas por maniquís que calzan calzones y sostenes, canastos de mercancía corriente, aparatos de hacer ruido dizque para atraer clientes con la «música» más infame. Etc… Hay pueblos, que no alcanza la categoría de ciudad y menos de capital de Estado, que no ofrecen aspecto ni imagen tan deprimente y corriente en su primer cuadro.
Nuestro centro histórico no se distingue por su arquitectura clásica ni modernista; es un revoltura espantosa de cuanta burrada se les ocurre a los arquitectos, ingenieros, alarifes y «maistros» albañiles. No hay un reglamento que obligue a los propietarios a respetar un estilo arquitectónico en esa zona; ni se ha concretizdo la idea de presentar en el centro de la ciudad espectáculos artísticos (al menos los fines de semana) para hacer atractivo y ameno ir a la zona comercial del centro histórico de Colima. Así, bien se pueden seguir quejando los comerciantes de que no tienen clientela y echarle la culpa a la falta de estacionamientos…
Debiera empezarse por someter a los propios comerciantes a una reglamentación que les impida poner adefesios en la banqueta y esta tarea no le toca a la autoridad municipal -que muy poca iniciativa al respecto ha mostrado-, sino a la Cámara de Comercio y sus propios socios.
De lo contrario, seguiremos viendo que la zona comercial más dinámica se va yendo hacia el Norte y otros rumbos de la zona conurbada, mientras el centro histórico de nuestra amada ciudad capital muere por la indiferencuia de nosostros mismos.
MESON.- Y para nacabarla de amolar, Nachito Peralta tuvo a bien -cuando electoralmente se sintió perdido, porque económicamente le fue a todas margaritas-, preguntarle a Indira de qué color quería que le dejara pintado Palacio de Gobierno, y la hija del gober Arnoldo le respondió que no se preocupara por la pintura, que le pusiera del color que quisiera, siempre y cuando el edificio se viera morado… y ahí tiene usted, contribuyendo a la fealdad del centro histórico de Colima, el palacio de gobierno más horrendo de cuantos he visto {} Por cierto, se habla de la formación de un movimiento de gente a la que debe dinero el indirato, quienes pretenden armarle un pancho a la hija del gobernador Arnoldo Vizcaíno porque pasan meses y mas meses y la chica no les paga. Se dice que los adeudos de la hija de Arnoldo son en la Secretaría de Salud, en el C5 y otras dependencias. Veremos y diremos.
¡Arrieros somos!