En solfa
Por Héctor Sánchez de la Madrid

Siempre he considerado que la principal virtud humana es la lealtad, en consecuencia, el primer vicio es la traición. Los valores intrínsecos que heredamos genéticamente o adquirimos con el ejemplo y la enseñanza de nuestros padres, así como por la formación personal de cada individuo en los 30 años iniciales de nuestra existencia, generalmente serán los que practicaremos durante toda la vida. Esas bases son casi inalterables.

Por ello, valoro a quienes son leales a la familia, a la amistad, a los ideales políticos y sociales, a la casa o la empresa en la que se trabaja, así como menosprecio a quienes traicionan las relaciones y condiciones señaladas anteriormente. Quien carece del principio de la lealtad, tarde o temprano traicionará a quien o quienes le tendieron la mano y le ayudaron, inclusive hasta a sus familiares más cercanos que lo apoyaron.

La visita del domingo reciente a Manzanillo de la virtual candidata de Morena y fauna de acompañamiento a la presidencia de la República, sirvió para confirmar la deslealtad de un reducido grupo de personas que traicionaron a los partidos políticos que los ayudaron a través de militantes que trabajaron en gobiernos estatales, municipales y federales. Algunos, incluso, pertenecieron a los institutos partidistas que les dieron la espalda.

Considero que para afiliarse a un partido político una persona tiene que encontrar afinidades con los estatutos que le dan forma y dirección, igual debe de suceder con quienes solamente simpatizan con los ideales que enarbola y las causas que persigue. En caso de que el abanderamiento pierda las rutas trazadas y cambie de rumbo se justifica plenamente que un miembro o adepto abandone ese destino o deje de coincidir con el mismo.

Quienes chapulinearon (cambiar de partido o de opinión) en Manzanillo no lo hicieron porque el instituto político en el que militaban o con el que simplemente simpatizaban hubiera cambiado o sus directivos actuales no les agradaban, no, lo que les pasó es que perdieron los contactos que tenían en los gobiernos de los tres ámbitos para hacer negocios, o porque no tenían oportunidad de conseguir un puesto público o una postulación a un cargo electoral.

Sin embargo, ¿por qué les importarían los principios intrínsecos a que me refiero si nunca los tuvieron? ¿Por qué tenían que ser leales al instituto partidario o al entonces gobernante, funcionario o representante legislativo que los apoyó a resolver los problemas o las crisis que tenían si ya no están en posibilidades de seguirlo haciendo? Tan fácil que resulta quitarse una camiseta y ponerse otra si ello significa seguir medrando y lucrando como toda la vida lo han hecho.

Peor aún que lo anterior, que de por sí ya es muy feo, es el ejemplo que esas personas sin escrúpulos les dieron a sus hijos y algunos a sus nietos. Que no se extrañen si unos y otros los llegan a superar en esas triquiñuelas, recordemos que frecuentemente el discípulo rebasa al maestro. ¿Con qué cara los ancestros podrán regañar y reclamarles su comportamiento indebido si ellos les enseñaron el camino de la traición a quienes los ayudó?

Quienes llevaron a los escasos militantes o simpatizantes del PRI, PAN y MC al acto de proselitismo de la candidata virtual de Morena a la presidencia de México, aparentemente lograron sumarle nuevos integrantes, pero la realidad es que lo único que hicieron fue darles entrada a personas que siempre han visto por sus intereses empresariales y personales, que nada les aportarán y solamente les quitarán espacios políticos, económicos y electorales a quienes estaban adentro.

Aquellos que sólo buscan hacer negocios seguirán por el mismo curso, no cambiarán en nada su modus vivendi, todo mundo los conoce, en cuanto a quienes tratarán de cachar una postulación a alguna candidatura estatal, municipal o federal por Morena, correrán el enorme riesgo de volver a ser rechazados por las y los electores como ya les sucedió en su oportunidad en sus respectivos municipios o circunscripciones. Si ellos no tienen memoria, las y los ciudadanos sí.

Lo que tampoco sorprendió fue la exhibida que le dieron al ex alcalde y fallido aspirante a la gubernatura de Colima, Leoncio Morán, en el evento de la candidata de Morena a la presidencia de la República, a cambio de la exoneración del ex panista y ex emecista realizada un día antes por la mayoría morenista en el Congreso del supuesto desvío de más de 53 millones de pesos que debió aportar al IPECOL, según denuncia presentada por el Sindicato de Trabajadores del Ayuntamiento de Colima.

En dos días, sábado y domingo, la lealtad de algunos empresarios porteños y políticos de Manzanillo, Colima y Comala fue trastocada por los convenios de contratos, puestos públicos y cargos electorales. La traición a los principios individuales, a las promesas hechas en campaña, al compromiso con sus seguidores y votantes fue cometida a la vista de todas y todos. El nivel de la política y los negocios a la sombra del poder público cayeron a lo más bajo. Queda un tufo a basurero, lugar al que pertenecen los traidores.