Héctor Sánchez de la Madrid

Igual que cada año, las familias colimenses se preparan para la cena del 24 de diciembre que festeja el nacimiento de Jesús un día después, el 25, fecha en la que los romanos celebraban la fiesta al dios Sol Invicto. Cumpliendo la orden del emperador romano, César Augusto, de censar a la población judía, José y María partieron de Nazaret a Belén, Judea, para registrarse en ese lugar porque ahí les correspondía,

Al no encontrar alojamiento en los mesones de la ciudad, María tuvo que dar a luz a Jesús en un establo. Fue hasta la época del emperador Constantino (306/337 d.C.) cuando se hizo la primera referencia del 25 de diciembre como el día en que había nacido Jesús, como una parte importante para facilitar la conversión de la población romana al cristianismo, superponiendo las celebraciones cristianas a las paganas.

Constantino convocó en el Palacio de Verano en Nicea (hoy Iznik, Turquía) a alrededor de 320 obispos de procedencia cristiana para desarrollar el Concilio de Nicea del 20 de mayo al 25 de junio de 325 en el que se acordaron las bases para que la Iglesia pudiera tener una paz estable y libertad para reunirse. Se estableció la divinidad del Hijo de Dios y la consubstancialidad de Cristo, verdadero Dios, con el Padre y el Espíritu Santo.

Más de 2000 mil años después, el cristianismo es la religión con mayor cantidad de creyentes en el mundo con 2,400 millones de seguidores. El islam tiene 1,600 millones de fieles, sin embargo, se calcula que en 30 años más tendrá un incremento de 800 millones, siendo la doctrina con mayor crecimiento. La palabra, el ejemplo y la crucifixión de Jesús permanecen vivos, presentes, en el pensamiento y la conciencia de muchas y muchos.

Es triste pensar que hace más de 20 siglos se crucificó a un ser humano, considerado divino, sin haber cometido pecado o delito alguno, solamente por el temor del Sanedrín (Corte de justicia de los judíos) a perder su poder sobre las masas y la tibieza del gobernador romano, Poncio Pilato, quien cedió a la presión del Consejo judío que se sentía amenazado por al crecimiento de Jesús como dirigente social que predicaba el amor y la igualdad.

Resulta decepcionante que si el cristianismo, en sus distintas variantes, es la doctrina dominante en el planeta, las relaciones humanas, tanto individual como masivamente, sigan igual o peor que hace dos mil años. De nada sirvió que Jesús fuera crucificado y muriera para salvar o redimir a la humanidad. Según la ONU la población mundial en el año 1 de nuestra Era fue de 170 millones de habitantes, hoy en día suman más de 8 mil millones.

Todas las religiones importantes profesan el amor al prójimo y prometen vida después de la muerte, al igual que sus miles de millones de creyentes supuestamente siguen sus lineamientos, sin embargo, la realidad es que una mínima e insignificante parte cumple con las normas que les dan base y sentido a las congregaciones mismas, por más que juren y se den golpes de pecho los presuntos practicantes, algunos de ellos fanáticos declarados.

El mejor ejemplo del caos y la incongruencia que se vive en el siglo 21 es la guerra fratricida entre los pobladores de Israel y Palestina (el último no reconocido como país por la ONU, debido a la posición de Estados Unidos por los intereses económicos que tiene con el primero) en la región donde nació el símbolo y fuente de la religión con más fieles en el orbe. El genocidio palestino a manos de los israelíes lo vemos por televisión todos los días.

Si a la palabra de Jesús no le hacen caso los habitantes de la misma tierra en que nació, menos toman en cuenta al Papa Francisco como cabeza principal del catolicismo y por ello del cristianismo. Ni a uno ni al otro los escuchan, como tampoco el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, menos al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que no puede con el paquete.

Actualmente hay 114 guerras en 4 de los 5 continentes, salvo Oceanía, en África, Asia, Europa y América Latina hay conflictos armados de acuerdo a la Academia de Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos de Ginebra. Las guerras de Rusia contra Ucrania e Israel versus Palestina iniciaron este año y no hay visos de que vayan a terminar pronto; los dos enfrentamientos son por dominios de tierra y zonas estratégicas.

A pesar del panorama actual, nada halagüeño desde antes de Cristo, es oportuno recordar en estos días, aunque sea someramente, la vida y obra de Jesús para comprometernos a poner nuestro grano de arena en el mejoramiento de la vida en el mundo que nos tocó vivir, hagámoslo por nuestra descendencia, no por nosotros que ya vamos de salida, en referencia a la generación que me precede, a la mía y a la que me sigue. Por todo ello: Mis mejores deseos para que el próximo domingo tengan la mejor cena con sus familias y amigos cercanos, y al comenzar el día siguiente disfruten una ¡Feliz Navidad!