En solfa
Por Héctor Sánchez de la Madrid

Para poder darle vuelta a la página y empezar a cerrar el capítulo de las elecciones presidenciales de 2024 tengo que tocar algunos aspectos de la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México, integrada por PRI, PAN y PRD, Xóchitl Gálvez Ruíz, que no me gustaron y necesito echarlos afuera para que no me indigesten más de lo mal que me cayeron.

Antes de entrar en materia quiero decirles que considero a Xóchitl como quien mejor podía representar a la oposición en el proceso presidencial que se acercaba, tanto de los partidos políticos como de la sociedad civil misma, por sus características intrínsecas, como su honestidad, su capacidad, su preparación, su valentía, su claridad para tratar los problemas nacionales y la solución de los mismos.

Su incursión como candidata, ustedes lo saben, nace después del desacato cometido por el presidente Andrés Manuel López Obrador a una orden judicial que le ordenaba abrirle un espacio a ella en su mañanera para que ejerciera su derecho de réplica a la acusación del mandatario de que se había opuesto como Senadora de la República a las prestaciones sociales, lo cual es una falacia.

Con la resolución judicial en la mano, Xóchitl fue a tocar las puertas de Palacio Nacional para que el presidente se las abriera y pudiera dar su versión en la conferencia matutina, situación que no cumplió y provocó una reacción socio política que la convirtió de repente en una figura nacional que podía representar a la oposición en los próximos comicios presidenciales.

Fue López Obrador con su desacato quien creó a Xóchitl como aspirante de los partidos opositores a la presidencia de la República. El proceso interno que realizó la alianza partidaria antagonista, sirvió para confirmar que ella era la ciudadana indicada para representarlos a ellos y a millones de personas que desde entonces estábamos inconformes con el gobierno lopezobradorista.

Ya nombrada oficialmente candidata presidencial de Fuerza y Corazón por México, Xóchitl inició su campaña con la sencillez, naturalidad y buen humor que le caracteriza, aunque también con la crítica dura, fuerte y precisa al régimen de Morena que igualmente había venido vertiendo desde el Senado, cayéndole bien a priistas, panistas, perredistas y ciudadanía apartidista.

Sus primeros y grandes errores fueron el dejar en manos de los dirigentes de los partidos que la cobijaron, tanto la logística, como el gasto de la propaganda, realizados con las prerrogativas que reciben de las autoridades electorales, además de los nombramientos de las y los candidatos a los distintos cargos de elección, Ahí perdió la dirección y el control de su campaña presidencial. Crasos errores.

Sus giras por el país no estuvieron bien coordinadas, la propaganda fue escasa —hubo versiones de que Alito y Marko utilizaban igual o más recursos que la propia candidata—, pero lo peor fue la rebatinga entre los directivos de los partidos de todo el país para repartirse las postulaciones sin pensar en Xóchitl, en que las y los candidatos la deberían de apoyar con todo y no solamente a ellos mismos.

Las pésimas imágenes de los dirigentes del PAN y el PRI, particularmente la del tricolor, también afectaron a Xóchitl quien incluso tuvo dos lapsus al salírsele expresiones negativas sobre Alito, aunque ciertas desde luego. El desprestigio del PRI acumulado durante 95 años (su antecesor se fundó en 1929), recayó sobre ella como no había sucedido antes. La ciudadanía no perdonó sus saqueos y yerros.

Algo que tampoco le disculpo a Xóchitl, al igual que a Alito, Marko y Jesús (Zambrano), fue que un mes antes de los comicios, por lo menos, nos hicieron creer a quienes la apoyamos en su candidatura presidencial que ya había alcanzado a la aspirante oficialista, Claudia Sheinbaum Pardo, y en las últimas semanas que ya la había rebasado. Era falso, la opositora jamás la alcanzó y menos la superó; nos mintieron,

Repruebo que Marko le haya gritado a Xóchitl por haberle llamado a Claudia para felicitarla por su triunfo presidencial, pero le doy la razón en que la candidata de oposición debió de comentarles a los dirigentes partidarios que quería hacerlo, pues en ese momento representaba a la alianza tripartita, no estaba sola en la contienda. Por otra parte, si Claudia le hubiera ganado limpiamente a Xóchitl, sería democráticamente correcto que le hablara para felicitarla, pero todos sabemos que el proceso electoral fue un lodazal, así que hizo mal.