EN SOLFA
Por Héctor Sánchez de la Madrid
Le pido al jefe de la nación recapacite
y suspenda la manifestación de apoyo
a su propuesta adversa al INE, puesto
que podría provocar una confrontación
fratricida entre las y los mexicanos.
Nadie, en sus cinco sentidos, entiende la marcha forzada del próximo domingo en la Ciudad de México que ordenó el presidente Andrés Manuel López Obrador a sus incondicionales, para contrarrestar la manifestación ciudadana, libre, firme, de cientos de miles de personas de todos los niveles sociales, que recientemente salieron a las vías públicas en defensa del Instituto Nacional Electoral.
El domingo 13 de este mes, fecha en la que nació López Obrador en Tepetitán, Tabasco, hace 69 años, desfilaron del Ángel de la Independencia hasta el Monumento de la Revolución, por las avenidas Reforma y de la República, una multitud de mexicanas y mexicanos en apoyo al máximo órgano electoral en el país, amenazado por el Presidente de quitarle su autonomía e independencia.
Sin que nadie se lo pidiera, Andrés Manuel pretende transformar el INE bajo el pretexto de democratizarlo, cuando él es la mejor prueba de que nuestra máxima autoridad comicial hace bien su trabajo, como el haber reconocido su triunfo presidencial. Tenemos, entonces, un sistema democrático que sí funciona; estamos de acuerdo en que es perfectible, pero no es conveniente desmantelarlo como él propone.
Sus razones son otras, sin lugar a dudas el arrebatarle al INE la facultad de organizar las elecciones para regresársela a la Secretaría de Gobernación y volverla a convertir en juez y parte, como sucedía antes, sin embargo, hay que recordar que el presidente Carlos Salinas de Gortari, “El Innombrable” para el tabasqueño, alentó y promulgó la formación del Instituto Federal Electoral para que fungiera como árbitro.
A punto de cumplir 4 años en el poder, el 30 del presente, no hay día en el que no golpee a quienes piensan distinto a él, que difame y calumnie a sus adversarios y críticos, así como anunciar con bombo y platillo obras suntuarias que nadie solicita y que no necesitamos, además de que se construyen sin licitaciones públicas ni presupuestos autorizados por las dependencias correspondientes.
Fustiga a los gobiernos anteriores y sus funcionarios, a sus opositores, a quienes difieren de lo que piensa, dice y hace, por ejercer su derecho constitucional a la libertad de expresión. Resulta paradójico, que en los casi 30 años que estuvo activo en la oposición, después de militar en el PRI, de ser candidato perredista al gobierno del Distrito Federal y tres veces a la presidencia de la República, dos por el PRD y una por Morena, nadie lo atacó ni lo amenazó.
Se dice honesto y presume no haber cometido o participado en algún acto ilícito, pero el presidente Ernesto Zedillo violó la ley electoral para que contendiera por la jefatura del gobierno del entonces Distrito Federal, ya que su credencial de elector era de Tepetitán o Macuspana, no del DF, requisito indispensable para ser candidato. La razón de Zedillo fue para que ganara la capital del país un enemigo acérrimo de Carlos Salinas, al igual que de él.
Hoy que estará en Manzanillo el mandatario de México para encabezar la ceremonia del Día de la Armada, ojalá y lea esta columna —los encargados de comunicación siempre le informan lo que se publica los días previos y posteriores a las visitas presidenciales— en la que le recomiendo, con el respeto que merece su investidura, que cancele la contra marcha del domingo siguiente, ya que es un atentado a la democracia y un abuso de poder.
Las y los mexicanos tenemos el derecho de manifestarnos pacíficamente como lo hicimos el pasado domingo 13, en apoyo a una institución que nos pertenece y vela por los intereses del país y de la ciudadanía, mismo del que carece la máxima autoridad de la nación para organizar una protesta multitudinaria en contra de quienes respaldamos al INE, haciendo uso del tiempo de los funcionarios y los recursos públicos de las dependencias oficiales.
El presidente López Obrador tiene razón en reforzar y promover su régimen de la Cuarta Transformación, pero no le da la facultad de imponerlo a nadie ni a denostar a quienes criticamos lo que consideramos equivocado y afecta a la nación y a sus habitantes. Que haga lo que quiera y pueda hacer en lo que resta de su administración, pero que no trate de obligarnos a alabar lo que ha hecho, para eso tiene a los chairos comprados o sinceros.
México requería con urgencia hacer cambios en el sistema político, al igual que en el económico, no lo hicieron los gobiernos priistas ni tampoco los panistas, que pudieron y debieron realizarlos, pero esas modificaciones eran para lo que estaba erróneo, desfasado, incompleto, nunca para lo que servía, funcionaba y beneficiaba a las y los mexicanos como lo hizo la administración lopezobradorista. Eso pudo y debió hacer la 4T; aún puede hacerlo.