Hay responsables

Raúl Merced Lares

A casi un año de la pandemia por Covid-19 en México, se tiene que preguntar: ¿Quiénes son más responsables por los casi dos millones de casos y alrededor de 170 mil muertes oficiales por esta enfermedad en el país? ¿El Gobierno de López Obrador o los ciudadanos irresponsables?

En el inicio de la pandemia en México, en marzo del año pasado, el presidente López Obrador minimizó el problema –y lo sigue haciendo-. En lugar de prepararse con una estrategia y atender lo que se veía venir (el virus ya estaba en varios países y empezaban los primeros casos en México), como normalmente se hace ante una enfermedad emergente, se puso irresponsablemente a incitar a la gente a salir de sus casas y seguir una vida normal, a no tener miedo, cuando los casos y las muertes ya se estaban presentando y la Secretaría de Salud invitaba a quedarse en casa y guardar distancia.

Semanas después, cuando apenas avanzaba la pandemia, el Presidente lanzó sus primeros intentonas por acabar con el Covid-19 con declaraciones o virtuales decretos –lo cual también sigue haciendo aún a estas alturas- al empezar a señalar que se había aplanado la curva de la pandemia y que ya se había domado al virus, con lo que inició la larga cadena de expresiones falsas que ha armado López Obrador en esta emergencia sanitaria.

Y no sólo eso. En mayo, a pesar del avance de la pandemia, el Presidente mandó abrir irresponsablemente la actividad económica esencial y no esencial del país, para regresar a una “nueva normalidad” que sin embargo no se ve por ninguna parte y que sólo ha generado mayor movilidad, más riesgos y, por tanto, más casos y más muertes por esta enfermedad viral.

Por esas semanas ya se hablaba sobre cuál era la estrategia que había implementado el gobierno de López Obrador para contener o mitigar la pandemia. Desgraciadamente, esa “estrategia” que ya se notaba era la de administrar la pandemia y apostar a la inmunidad colectiva, contando sólo los casos y los muertos. Pese a la situación difícil, e Presidente no permitió una oportuna declaratoria de emergencia nacional para echar andar medidas sanitarias que evitaran un desastre, una desgracia, para el país y los mexicanos, como se viene sufriendo desde el año pasado.

La única estrategia del gobierno federal que se ha observado ha sido la de contar y reportar los casos y los muertos con un modelo Centinela que se usa normalmente para otras enfermedades de vigilancia epidemiológica y cuyos resultados representan sólo una muestra del padecimiento que se vigila, no la realidad del mismo. Por eso las grandes diferencias (al doble) en las cifras de la pandemia que hubo entre el INEGI y la Secretaría de Salud respecto a los muertos por Covid-19.

Y pese al evidente fracaso de esa criminal “estrategia”, López Obrador ha tenido la ocurrencia de tratar de ocultar la gravedad de la pandemia y hasta de poner en duda la existencia de la misma con declaraciones que suenan  a decretos presidenciales falsos, como “ya se domó la pandemia”, “ya se aplanó la curva”, “ya se ve una luz al final del túnel” y “ya está controlada la pandemia”, además de aquella frase demagógica, ofensiva, irresponsable y populista de que la pandemia le vino “como anillo al dedo” a la cuarta transformación.

El gobierno de López Obrador ha hecho poco por proteger la vida y la salud de los mexicanos en esta pandemia. Por esa directriz de sólo administrar la pandemia, los sistemas de salud en los estados se han dedicado a atender pacientes y a contar los casos y los muertos, con algunos esfuerzos y otras medidas sanitarias propias.

Y en otro capítulo de este manejo criminal de la pandemia que ha hecho el gobierno de López Obrador, en diciembre apareció el tema de la vacunación contra el Covid-19, el cual viene siendo cuestionado por el uso político-electoral que hace el Presidente para favorecer a su partido (brigadas de vacunación acompañadas y coordinadas por funcionarios de la Secretaría de Bienestar y sitios públicos para la aplicación del antígeno), cuando debiera ser una campaña en manos de las instituciones del Sector Salud y que se realizara principalmente en unidades de salud ya identificadas por el Programa Nacional de Vacunación Universal.

Y es que, como ha sido en toda la pandemia, el gobierno de López Obrador implementa un plan ramplón de vacunación que hasta ahora ha sido ineficaz e incierto, pues no ha terminado con la primera etapa de vacunar al personal de salud y ya está saltando a vacunar a los adultos mayores, pero con un registro innecesario previo a la vacunación. Si no hubiese interés electoral, el gobierno debiera mandar aplicar la vacuna en las unidades de salud y sin previo registro.

Como en otros temas importantes, López Obrador le ha fallado a los mexicanos en el tema de salud. Hay millones de agraviados y cientos de miles de muertos porque no se realizaron las medidas adecuadas y suficientes para mitigar realmente la pandemia y evitar una mayor propagación, como ha sucedido.

Si en las urnas no se castiga al gobierno de López Obrador por este negligente y criminal manejo de la pandemia, entre otras fallas de su administración federal, poco queda hacer para hacer entender a la gente que las cosas no van como lo ha asegurado o se ha comprometido el Presidente. Y lo más grave es que lleva al país por un rumbo que no quiere la mayoría de los mexicanos.

En descargo, hay que decir que hay otros responsables o culpables de esta pandemia. Basta con decir que son los irresponsables y valemadristas que no sólo han contagiado a otras personas, sino a sus propios familiares y amigos, y lo siguen haciendo.

 

REPESCA

 

EL HECHO de que serán las dirigencias nacionales de los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional las que decidan a la candidata a la gubernatura de la coalición “Sí Por Colima” que ambos integran junto con el PRD no quiere decir que las cosas van mal en esta coalición; al contrario, me parece que con esta decisión se busca mantener y fortalecer esta alianza para mejorar las posibilidades de retener la gubernatura del estado, pues con tal determinación se evitan divisiones al interior de estos partidos o entre sus militantes, quienes están convencidos de que esta alianza es para no permitir el ascenso de un gobierno de Morena, cuyos resultados hasta ahora han sido nulos y con retrocesos en la vida económica y social….. POR LO pronto, hay que decir que al PRI regresó la experiencia y la sapiencia política con el nombramiento de Arnoldo Ochoa González como presidente del comité directivo estatal priísta. Además del amplio conocimiento de la política que le ha dejado haber sido gobernador interino de Colima, diputado federal y secretario general de Gobierno, Arnoldo trae consigo toda la experiencia de haber estado en diversas ocasiones en el comité ejecutivo nacional del PRI, lo que garantiza una acertada conducción del partido. Muestra de ello es reconocer que en estos momentos difíciles se requiere de la unión y del reagrupamiento de todos los militantes del partido, para lo cual el nuevo dirigente del PRI promueve encuentros con priístas, como el ex gobernador Mario Anguiano Moreno, con el ánimo de reconciliación que tanto requiere el partido….. Y PARA no salir del tema político-electoral, hay encuestadoras nacionales que indican que los precandidatos de Morena y Movimiento Ciudadano van adelante en la preferencia electoral en Colima, aunque también reconocen que la priísta Mely Romero está en esa disputa y sin ser aún la candidata de la alianza “Sí por Colima”. Sin embargo, lo que llama la atención es que la ventaja que había acumulado Morena hasta  noviembre del año pasado se ha disminuido en enero de este año, ya que en 2020 se reportaba que este partido ganaría en 12 de las 15 gubernaturas en disputa; sin embargo, ahora que están designando precandidatos reportan que esa preferencia electoral disminuyó y la tiene en 10 de las 15 elecciones que habrá en los estados y con menos ventaja, tendencia que al parecer continuará en los próximos meses y puede terminar con la mitad de las gubernaturas en disputa.