Por Héctor Sánchez de la Madrid

Hay varias versiones sobre el significado del refrán que encabeza esta columna, la más explícita es la que dice: “sin ton ni son’ es referirse a aquello que se hace fuera de lugar, sin un motivo o causa, sin orden y medida”. Ahora bien, el origen proviene de la música, pues “ton” es el apócope de “tono” y “son” corresponde a “sonido”, de ahí que surge cuando un músico (de una orquesta, banda o mariachi) entra antes de tiempo o lo hace con una nota equivocada o desafinada.

Si hay algún calificativo que le queda “como anillo al dedo” al régimen del presidente Andrés Manuel López Obrador es ese, ya que todo, dije todo, lo que hace el Gobierno Federal y el partido en el poder, Morena, es “sin ton ni son”, fuera de lugar, sin motivo o causa, sin orden y medida, al igual que musicalmente, pues cada músico (desde el director, López Obrador, hasta el funcionario más pequeño) de la gran e ineficiente sinfónica nacional entra y sale tocando cuando quiere, siempre erróneo y disonante.

Resulta imposible abarcar los temas que cada día, hora o minuto estallan en los disminuidos medios tradicionales y las poco confiables redes sociales, provenientes de las entrañas del propio Mandatario o de alguno de los y las secretarias de Estado y altos servidores públicos del Gabinete ampliado, alguna declaración disparatada o una acción igualmente aberrante, sin el menor asomo de sorpresa o vergüenza de cualquiera de ellas o ellos. Estamos viviendo en la actualidad un gobierno de película, sí, pero de terror.

Ante la falta de logros reales de la administración lopezobradorista, del tamaño e importancia que sea, recurren al recurso manido de fabricar escenarios falsos para tapar la realidad mediocre y salir del paso, aunque sea por unos días, una semana cuando mucho, para volver de nuevo a construir castillos en el aire que más temprano que tarde terminarán por desaparecer o derrumbarse por sí solos ante la cada vez más crítica situación que sufre nuestro país. Pensé escribir atraviesa, pero no, vamos directamente al precipicio.

Siempre he creído que hubo una negociación entre el presidente Enrique Peña Nieto y el entonces candidato por tercera ocasión a la Primera Magistratura de la nación, para que ganara el tabasqueño a cambio de inmunidad (impunidad también) para el oriundo del Estado de México y sus más cercanos colaboradores. La ausencia de acciones legales para procesar al exmandatario y exfuncionarios durante 3 años, 7 meses y 7 días es la mejor prueba que confirma el arreglo al que llegaron los políticos provincianos en mención.

La razón principal del concertado triunfo electoral de Andrés Manuel fue el compromiso contraído y repetido una y mil veces de que metería a la cárcel a los ladrones que habían saqueado el erario, de que acabaría con la corrupción endémica en las oficinas gubernamentales y que limpiaría desde arriba hacia abajo la vida pública y privada, sin embargo, transcurridas cerca de tres cuartas partes de su sexenio, apenas el fin de semana anterior la Unidad de Inteligencia Financiera solicitó a la Fiscalía General de la República investigara a Enrique Peña de posibles operaciones con recursos de procedencia ilícita.

El show mediático comenzó el 7 de julio en la conferencia mañanera de López Obrador, cuando el titular de la UIF, Pablo Gómez Álvarez, da a conocer un supuesto manejo de dinero ilícito del entonces Mandatario y una hermana de éste en 2019 y 2020 (¡ya no era Presidente!), al tiempo que anuncia la solicitud a la FGR para que lleve a cabo las pesquisas necesarias. Todo esto en un ambiente en el que tanto el encargado del Ejecutivo como el responsable de la denuncia contra el exmandatario están atacados de risa.

Como si fuera insuficiente la farsa, la solicitud se envía al muy cuestionado fiscal Alejandro Gertz Manero, quien tiene un departamento en Nueva York, con vista a Central Park; una colección de autos Rolls-Royce y Mercedes Benz; una denuncia formal del exconsejero de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra por tráfico de influencias; su abuso de poder contra la viuda de su hermano e hija a quien metió en la cárcel y sostuvo en prisión durante casi dos años, hasta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó su libertad por falta de pruebas. Ese funcionario, acusado de corrupción y prepotencia, sin autoridad moral alguna, se encargará de investigar al expresidente.

Además, a simple vista, el caso se percibe débil al tratarse de transferencias de una empresa familiar de los Peña Nieto que cerró hace tiempo, así como la irrisoria cantidad de dinero por la que se le acusa (26 millones de pesos), si se toma en cuenta los billones de miles de millones de pesos que manejó el mandatario Enrique Peña durante su mandato, así que no podemos tomar en serio la supuesta embestida del presidente López Obrados contra la corrupción de quien le entregó en bandeja de plata el más alto cargo público en el país.

Por eso nadie en su sano juicio (la especie de los chairos no entran en esta categoría) cree que va en serio la acción del gobierno del presidente López Obrador, a través de la UIF y de la propia FGR —que también depende de él aunque legalmente es independiente y autónoma—, sino que más bien se trata de mandarles un mensaje al exmandatario y a los priistas connotados para que los diputados y senadores tricolores voten a favor de la reforma electoral en puerta, al igual que saquen las manos del proceso comicial en el Estado de México en el que se renovara la gubernatura el siguiente año, al igual que en la entidad de Coahuila.

El caso del presidente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, va por el mismo camino, aunque en este se empleó toda la rudeza que pudieron para desprestigiarlo, tanta que muchos ciudadanos que han seguido la serie campechana, e inclusive muchos priistas, creen que es cierta la campaña desatada por la gobernadora de Campeche, Layda Sansores San Román, a todas luces ilegal y violatoria de derechos humanos, debido a la fama bien ganada de demasiados tricolores “distinguidos” que robaron descaradamente en el ejercicio del poder púbico. Por eso digo que el régimen de Morena va “sin ton ni son”.

Nos vemos aquí el próximo miércoles.